POR fin el gasteiztarra Karra Elejalde se hizo con un Goya -mejor actor de reparto por También la lluvia-, dando un toque alavés a la XXV edición de los premios del cine español. "Supersorprendido, contento y muy agradecido", dijo Elejalde recordando además sus años vividos en Vitoria y su paso por el grupo local La Farándula. Toque vasco también con el guipuzcoano Alberto Iglesias, clásico ya premio a la mejor música original por la misma película o María Reyes Arias, triunfadora por el corto de ficción Una caja de botones, que se arrancó a cantar en euskera.

La noche comenzó tensa. Venía tensa desde la dimisión retrasada de Alex de la Iglesia por su enfrentamiento con el Ministerio de Cultura por la Ley Sinde, convertida en una competición por captar la imagen del presidente de la Academia y la ministra de Cultura -encuentro ante las cámaras del que salieron airosos, del brazo a iniciativa de González-Sinde, a duras penas- y del debutante en las cosas de la paternidad, ganador del premio al mejor actor y otra vez candidato al Oscar por Biutiful, Javier Bardem, que pasó de largo de la prensa ante el comentario irónico de los plumillas -"¿Tú te llamas Jay Leno? Pues eso"- y que se acordó de su mujer y su hijo en la dedicatoria.

En la calle, manifestantes ocultos bajo máscaras al grito de "la censura mata la cultura" y frío y lluvia en la alfombra roja ante un escenario mucho más agradecido que otros años, el del Teatro Real. Difícil reto el del conductor de la gala, Andreu Buenafuente, que descendió de las alturas -"descarga legal"- tras charlar con Andrés Resines-John Malkovich en una parodia de un famoso anuncio de cápsulas de café en un cinematográfico vídeo al estilo Billy Cristal, para abrir fuego descargando tensiones bromeando con De la Iglesia y Sinde -"yo creo que se gustan un poco"-.

El director de la Academia hizo en su esperado discurso una exaltación de la unidad por encima de la discrepancia y de defensa de los internautas, "ciudadanos, nuestro público". "No tenemos miedo a Internet, es la salvación de nuestro cine", advirtió, despedido por una gran ovación. En el cara a cara de la noche, entre Iciar Bollaín y De la Iglesia, comenzó destacando la directora de También la lluvia, pero le tomó el relevo la tapada oficial, la catalana Pa negre, en detrimento de Balada triste de trompeta, castigada por los académicos -con especial dureza en el caso del candidato a protagonista Antonio de la Torre-, aunque al cierre de esta edición no se conocían aún los premios a mejor director, película y actriz protagonista.

Divertido el musical de Luis Tosar y compañía para presentar el premio a la mejor canción original -para un Jorge Drexler que envió un mensajito, cantando, a los manifestantes-, estúpida irrupción del expontáneo profesional -lamentable seguridad- y simpática la animación previa a los premios de esta categoría, que volvió a dejar a la alavesa Maite Ruiz de Austri sin galardón. El momento emotivo -con permiso de las lágrimas de la mejor actriz revelación Marina Comas por Pa Negre y el premio al documental sobre Maragall-, como siempre, lo protagonizó el Goya de Honor, Mario Camus.