vitoria. Pocos adminículos acompañan al bertsolari sobre el escenario, en la recta final de todo su trabajo, de todo su entrenamiento en pos de la mejor palabra improvisada. Uno de ellos, esencial para la faceta más física, es el botellín de agua, que sirve como metáfora a la nueva edición del campeonato alavés del género. Una txapelketa con marca propia, moldeable, que se abre y que siempre quiere llenarse más. El próximo sábado arrancan las eliminatorias hacia la final del sábado 2 de abril en el Teatro Principal, un proceso que este año cuenta en su filtro con doce candidatos más que en 2009 -treinta botadores- y una estructura aún más amplia y reforzada que demuestra la buena salud del género.
El Centro Amaia acogió ayer la presentación del campeonato, que observa como las raíces echadas en 2009 -Sustraiak errotu era el lema- crecen con más vigor a ritmo bianual, alternadas con la celebración del nuevo y original Campeonato de Bertsolaris entre Cuadrillas de Álava. Además del paso de dieciocho a treinta participantes, en este 2011 la Arabako Bertsozale Elkartea alcanza autonomía propia del grupo de valoración, con siete jueces formados en territorio alavés y con un grupo de conductores de temas que también se ha consolidado con media docena de personas.
Más estructura. Más participantes. Más calendario. El de este año -novena edición- será el proceso más largo de los disputados hasta la fecha en la convocatoria del bertsolarismo alavés. Tres pre-eliminatorias, cinco eliminatorias, tres semifinales y la final -el año pasado alcanzó la cifra de los seiscientos espectadores- encaminarán el calendario para los diecisiete bertsolaris que repiten participación y los trece improvisadores que se unen al melódico cruce de micrófonos, tras tomar parte en el intercuadrillas de 2010.
Habrá todo tipo de formas para la palabra. Y mucho, mucho fondo. La fase clasificatoria se disputará en formato de cena, con escenarios que puedan dar cabida a grupos de aproximadamente sesenta personas. Las eliminatorias, de este modo, viajarán a Laudio (sábado 12), Oion (viernes 18), Ilarduia (sábado 19), Atauri (viernes 25) y Elosu (sábado 26), y comenzarán siempre a partir de las 20.30 horas.
Marzo acogerá el siguiente paso, en forma de tres huellas. Las pondrán recintos un poco más amplios -con cabida para al menos 150 personas- en un trayecto que dibujan el centro socio cultural de Zigoitia (domingo 12), la Casa de Cultura de Aramaio (sábado 19) y la sala Harresi de Agurain (domingo 20), esta vez a partir de las 17.30 horas. También tendrá este horario vespertino la -cada vez más multitudinaria- final gasteiztarra del 2 de abril en el Teatro Principal.
Tras la intensa cita del año pasado en el polideportivo de El Campillo, en la que Aramaio se colocó la txapela de mejor cuadrilla improvisadora, los esfuerzos individuales sustituyen a los colectivos tomando la palabra. Los bertsolaris llevan ya un tiempo -algunos no lo dejan ni un instante- entrando en la cadencia de las métricas, cargándose de rimas con la fluida lectura, encontrándose -son rivales, entrenan juntos- en controversias que anticipan las que les volverán a reunir sobre las tablas bajo el peso de los focos y las miradas.
Zortzikos mayores, hamarrekos menores, arranques forzados, medidas libres... Son muchas las maneras en las que la libertad de las mentes y los corazones se volcará una vez más ante un público ávido de palabras, conjugando una vez más un fenómeno que muestra como los manantiales del euskera se tornan desde hace mucho tiempo ríos que confluyen desde muchos puntos. Sólo hay que echar un vistazo a alguna de las imágenes del pasado campeonato de Euskal Herria para percatarse de que la expresión euskaldun, de que la cultura de raíz vasca, está más arropada que nunca por el público.
En Araba, todo comenzó en 1993, aunque la historia se remonta a nueve años antes, con el nacimiento de las escuelas de bertsolaris de Gasteiz y Ayala. Tras incluirse durante muchos años en el campeonato vizcaíno, el territorio alavés se independiza con su propia estructura en 2001, y ofrece de este modo una nueva rama al campeonato de Euskal Herria.
El in crescendo no puede ser más palpable durante los últimos años, al mismo y fluido ritmo que ofrece todo el entramado vasco del bertsolarismo, llamando incluso la atención de estudiosos extranjeros por su capacidad de unir en torno a la lengua, en torno a la música, en torno a la comunicación. Dentro de seis días, vuelve a abrirse la boca. Cerca estará la botella. Y el lema está bien claro. "Vemos el botellín medio vacío. Pero eso no nos perjudica, no nos entristece... nos dan ganas de llenarlo más. Queremos llenarlo de bertsos, rimas, plazas, puntos... Vamos a llenarlo. BETE!".
Oihane Perea ostenta la txapela. Es su primer año de defensa. Pero aquí nadie ataca. Todos se enfrentan en una misma dirección. La cultura y el euskera siempre ganan.