Crimen y comedia fueron los ingredientes de la conocida comedia de Alexander MacKendrick. El profesor Marcus y sus cuatro secuaces componían El quinteto de la muerte, más preocupado de hacerse con un complementario caché que de clavar las partituras. Al profesor Romo y sus cuatro secuaces les sucede todo lo contrario. La música es su único interés. Ni siquiera se bautizaron por el título de la película, aunque sus temas no hubieran resultado una impropia banda sonora.

Todo comenzó en 2005. "Llevaba un tiempo con ganas de montar algo con vientos", recuerda Raúl Romo. Así que el saxofonista se puso en contacto con su amigo Gonzalo Fernández de Larrinoa (trombón) para montar un proyecto "de funky jazz, pero con metales, en plan sección de vientos". Sólo quedaba "reclutar a los más cachondos músicos vitorianos" y buscar un nombre. "Por entonces me gustaba el nombre de La mujer barbuda, y como siempre estábamos con la coletilla de la muerte; lo hemos pasado de la muerte...". Say-Chin Yeoh (teclados), Perico Ráez (batería) y Danilo Foronda (bajo) completaron El quinteto de la muerte, que casi seis años después edita su primer trabajo, un directo recogido en varias sesiones al aire libre en la Virgen Blanca: Live in Dublín.

No es común empezar con un live, pero la banda gasteiztarra apuesta por la que cree que es su seña de identidad. "Nos la hemos jugado con el tema de ser un disco en directo", reconoce Romo, pero es que si una grabación en estudio permitiría cuidar más los detalles, también haría perder el groove del in situ, esa "frescura" que emana de un grupo tocando al alimón.

Tras realizar un par de pruebas en Helldorado, fueron las céntricas sesiones las escogidas para alimentar la grabación, limpia a pesar de la vorágine del mes de julio gasteiztarra. "Alucinamos con la cantidad de autobuses urbanos que pasan por allí", recuerda Raúl. En la elección de los nueve temas que componen el disco primaba la calidad del conjunto sobre los posibles -y mínimos- desajustes. "Hemos cogido los temas que más nos gustaban, con todo el morro, porque puede que en otra grabación todo estuviera perfecto, pero que no tuviera calor".

La misma trayectoria de El quinteto de la muerte pedía ya una grabación. "Siempre hemos estado a la sombra de otros grupos, porque todos hemos estado a la vez en otras cosas", apunta el saxofonista, y mientras esto sucedía el repertorio de la banda seguía creciendo. "Así, algunos temas con cinco años, como Patatas a lo Pobes, quedan plasmados".

La esencia del grupo siempre han sido "las bases mínimas y las melodías machaconas", pero en los últimos tiempos tiende "a armonías más jazzeras, sin dejar ese punto bailable". El jazz no ha de ser -Raúl finge un ronquido- una música hierática y conceptual. De hecho El quinteto de la muerte apuesta por su vena más swing. La intención era repetir velada en la cafetería Dublín para presentar el disco, pero finalmente será la sala Ibu Hots la encargada de la puesta de largo, este sábado. "Ahora tendríamos que tocar con veinticinco estufas en la calle", bromea Romo, que promete "varias sorpresas, y esta vez no gastronómicas, sino más relacionadas con la performance". No rinden homenaje a MacKendrick, pero no les falta comedia. La primera, para ellos mismos. Siempre lo pasan de muerte.