Sino hubiera viajado a Bélgica para profundizar en su formación, quizás el músico gasteiztarra Iñigo Alonso no se subiría el próximo domingo al escenario del Teatro Principal. Porque los Países Bajos son cuna del instrumento que ejerce como solista en una nueva entrega del programa Gure Bakarlariak, en una nueva fusión de la Banda Municipal de Música con el trabajo individual de uno de sus integrantes.

Pero Iñigo viajó a Amberes. Por eso ahora reconoce ser "más clarinetista bajo que clarinetista", enganchado a los potentes graves y al sonido dulce de un instrumento de poderosa envergadura. Él no tiene menos. A cualquier ser humano medio, el alargado integrante de la familia viento-madera le queda como a un jíbaro un didgeridoo.

En Gasteiz, el espectador tiene una rítmica cita con este instrumento. Es habitual del repertorio de un clásico del Festival de Jazz, Marcus Miller. De la mano de Alonso y la Banda Municipal, se vestirá esta vez de pátina clásica -aliado con trazos de flauta-, en la mañana del domingo (12.30), dentro de un programa que visita a Rachmaninov, Gardner, Moussorgsky y Van Der Roost.

Tras el melódico Adagio de la 2ª Sinfonía de Rachmaninov, la velada matinal acometerá el estreno de Unlearned lines, de James Gardner, "diálogo irreverente", define el director de la banda, Hilario Extremiana, entre el clarinete bajo y los treinta y dos integrantes de la banda, convertidos en "solistas o voces distintas". El propio Gardner definió así la obra: "es como si un extraterrestre llegara e intentara comunicarse con los terrícolas, cada uno con su forma de hablar".

Al toque clásico de Una noche en el monte pelado de Moussorgsky le seguirá, en la segunda parte, la partitura de Jan Van Der Roost, que tras una evocadora Amazonia, exigirá todo el virtuosismo del solista en Tre sentimenti. "Ha sido un trabajo duro para todos", afirma Alonso, destacando la labor realizada con las piezas de Gardner y Van Der Roost. El domingo llegará la oportunidad de plasmarlo. Ya lo tienen... clarinete.