vitoria. Siguen los balances del recién expirado 2010. Y también Santa María, desde su atalaya en lo más alto de la almendra, reflexiona sobre los últimos doce meses en función de sus cifras, de sus visitas. Camino del millón de peregrinos de sus obras de rehabilitación, la Catedral vieja ha contado hasta 108.133 entradas -con sus correspondientes salidas- al interior de sus muros, cifra que sigue certificando que su proyecto atrae.

Ya no se entiende Santa María sin su incesante trasiego de visitas. Ya apenas se puede recordar que el templo gótico no sea continuamente conquistado por grupos de fieles protegidos por sus correspondientes cascos. Ya es difícil despegar ese cartel, ese título de Abierto por Obras que forma parte intrínseca de la identidad de la catedral.

El último programa de visitas guiadas a Santa María ha arrojado datos que confirman esta inercia de realidades. Una inercia que se puede diseccionar, como los expertos bucean en la historia estructural y cultural del templo, en busca de estadísticas que ofrecen, si no respuestas, sí al menos certezas.

La procedencia es siempre el dato más buscado, el que se puede desgranar desde más perspectivas. Y la primera mira de puertas para adentro, ya que uno de cada cuatro pares de ojos que pasea las obras de restauración tiene carnet alavés. 28.404 patateros se acercaron en 2010 hasta Santa María, sumando un 26,27% del total de visitantes del año.

Con label vasco, hasta 20.412 personas se dejaron llevar por las explicaciones de los guías a lo largo de pasarelas y pasos de ronda. Excavaciones y torre sedujeron a otro 48,39% llegado desde el resto del Estado, y pormenorizado a su vez en orígenes en los que destacan Madrid (9.244), Cataluña (5.743), Castilla y León (3.769), Comunidad Valenciana (3.528) y Navarra (3.407).

El resto de visitas, como es menester, llega desde más allá de la península. Por países, hay un pelotón que demarra con claridad sobre el resto, el del vecino territorio galo, que ha sumado durante el pasado año hasta 1.614 integrantes. Le siguen los paseantes británicos (980), los italianos (735), los alemanes (593) y los norteamericanos (463).

Las interconexiones propias de un mundo cada vez más comunicado dejan también otro dato relevante. O, al menos, curioso. Durante el pasado año, visitantes de hasta 74 países diferentes han sacado su ticket para viajar al pasado. Llegados desde Siria, Singapur, Paquistán, Mozambique, Nueva Zelanda, India, Ghana, Egipto, Angola, Bielorrusia... El exotismo de los visitantes acarrea, cómo no, la presencia de recorridos realizados en diferentes idiomas, aunque estos no ascienden a tantas lenguas como países. Se centran en cuatro diccionarios. Hasta 95.095 visitas se realizaron en castellano, más de nueve de cada diez. El resto se llevaron a cabo en euskera (9.688), inglés (2.356), francés (766) y alemán (214). Los fieles convierten a Santa María en una políglota y nada belicosa torre de Babel.

Las cifras hablan. Como los visitantes que, año a año, establecen con su boca a boca el mejor alimento para el siempre intenso programa de visitas, que siempre se encuentra al borde de su capacidad máxima. El incremento de 2010 ha sido sensiblemente inferior al de 2009, pero esta mínima diferencia se debe a dos claros motivos: a que en ese ejercicio anterior se pusieron en marcha las policromías del pórtico de Santa María y las visitas a la nave con un período de recorridos gratuitos, lo que provocó que hubiera muchas visitas extra.

La Fundación Catedral Santa María no quiere, además, aumentar el número de visitantes a costa de reducir la calidad. El programa Abierto por Obras es una política de trabajo importante, pero no la clave que guía la reformulación del templo. Las visitas, por ello, tienden a otras fórmulas como la diversificación, que motivó en noviembre la puesta en marcha de visitas de perfil técnico realizadas por el director gerente, Juan Ignacio Lasagabaster. El abanico seguirá abriéndose durante 2011 en esta misma línea.