león. Publicará en febrero su libro de cuentos Tanta pasión para nada, compuesto por trece historias en las que sus protagonistas obtienen la misma moraleja, la que da nombre a la obra, pues para el escritor leonés Julio Llamazares las pasiones suelen conducir a la melancolía y al escepticismo.
Llamazares reúne en este libro, que será editado por Alfaguara, doce relatos y un micro-relato escritos durante los últimos quince años, y algunos ya publicados, en los que describe las experiencias de gente que pone mucha pasión en su vida y que finalmente se da cuenta de que esa vivacidad no le sirve para nada. "Al fin y al cabo, en eso consiste vivir, en poner pasión en todo sabiendo que las pasiones no solucionan nada", afirma este escritor y periodista, natural del pueblo leonés de Vegamián (1955), hoy desaparecido bajo las aguas del embalse de Porma, al norte de la provincia.
Detrás de la aplicación de este sentimiento, y a sabiendas de que conduce a la desilusión, se encuentra para Llamazares el intento del ser humano de sobrevivir a base de pasiones a la realidad, "a lo que suponen el paso del tiempo, las pérdidas y el sinsentido de la vida". "Todo eso lo sustituimos con pasiones que pueden tener muchos nombres como el amor, la amistad y el éxito", añade.
La historia de un viejo napolitano que reencuentra el amor de su juventud antes de morir, la de un conductor que se pierde voluntariamente para huir de su familia y del trabajo o la del futbolista que falla el penalti más importante de su vida forman parte de la obra. Esta última, en concreto, ya publicada en la antología Cuentos de fútbol, relata las sensaciones del ex futbolista serbio Miroslav Djukic cuando se enfrentó, sin éxito, a la difícil tarea de marcar el penalti que podía haberle dado al Deportivo de la Coruña su primera Liga.
Fue el 14 de mayo de 1994, frente al Valencia, cuando falló en el lanzamiento, parado por el portero José Luis González, y ello supuso que el F.C. Barcelona ganara el campeonato en la última jornada. Para el autor, seguramente la vida sería inhabitable sin pasión, el problema es que, en el caso de los protagonistas de sus cuentos, todos llegan a un momento en el que se dan cuenta de que la pasión no justifica la vida o de que, "la vida es una pasión inútil".
"Entre la pasión y la ilusión hay una línea muy sutil que seguramente determina la inocencia, cuando uno cree que las pasiones son sueños realizables. Y yo creo que lo que diferencia la pasión de la ilusión es la mayor o menor inocencia" de la persona en la que brotan estos sentimientos, ha apuntado.
Poco prodigado en el cuento, el autor de La lluvia amarilla explica que la diferencia entre crear un relato corto y componer una novela es como la existente entre "hacer pequeñas casas o un edificio de doce plantas", aunque manifiesta que en ambas situaciones al escritor le tiene que interesar lo que escribe. "Requieren (los cuentos) la misma pasión literaria que una novela, lo que pasa es que una novela requiere mucha más arquitectura y mucho más aliento", sostiene Llamazares, quien destaca que en ambos ejercicios el autor lo que hace es contar lo que piensa de la vida y del mundo que le rodea.
Tanta pasión para nada será el segundo libro de cuentos del autor tras En mitad de ninguna parte (1995).