SI Beñat Fontaneda se encontrara en ese impasse vital de escoger el nombre de su primer vástago, a buen seguro Lucía y Kepa serían actualmente dos de los nombres que viajarían por el inevitable listado que manejan los futuros padres. Lucía, por el título de su último cortometraje, ganador en el recién finalizado Cortada del premio Hemengoak. Kepa, por su también recién acabada colaboración con el más famoso de los trikitilaris, que durante tres años le ha situado al mando de su apartado audiovisual.

Aunque hace poco celebraba la futura maternidad de una allegada, Beñat no espera descendencia. Eso sí, no deja ni por un instante de parir nuevos proyectos mientras ese amasado sueño de largometraje sigue cocinándose a fuego lento, en paralelo, buscando su tiempo.

Lucía comenzó a encontrar el suyo hace un año, cuando llevó a cabo su rodaje en pleno corazón de Gasteiz, en la terraza de la cafetería Virgen Blanca. Ha sido, quizás, el rodaje más complicado, tanto por la ubicación -"mucha gente cruzándose, mirando a cámara"- como por la esencia de la narración, que exigía rodar en muy diversas condiciones. "Es un corto que nos ha obligado a rodar más de un día", explica Beñat Fontaneda, que recuerda como se encontraron, por ejemplo, pendientes de la meteorología. "El día que llovió salimos corriendo para rodar y, claro, los de audio estaban un poco enfadados".

El realizador alavés siempre integra en sus trabajos reflexiones o juegos que delatan un voraz interés por el lenguaje audiovisual. No podía ser menos en Lucía, donde revierte el perezoso ritmo estándar del plano-contraplano en una sugerente reflexión sobre el raccord, protagonizada por Iñigo de la Iglesia y el inseparable compañero de encuadres de Beñat, Ortzi Acosta. Lo más importante, una vez establecida la idea en el guión, era "medir los tonos diferentes, el ritmo, la velocidad". La precisión es siempre una de las obsesiones de sus piezas, y no podía dejar de serlo en este Lucía, que se llevó el primer premio Hemengoak -sección de Cortada que galardona al mejor trabajo alavés- y que puede verse en su página web, www.benat.fontaneda.net/.

También en ese mismo espacio virtual pueden verse algunos de los trabajos que, desde 2008, Beñat ha facturado para el músico bilbaíno Kepa Junkera. Con más de cien horas de grabaciones en bruto, el director alavés ha elaborado videoclips y pequeñas piezas promocionales. Y no perdonó ni un segundo. "Me he visto todas para no perderme esos momentos clave", asegura, destacando también pequeños rodajes paralelos como el que le llevó a Busturia para registrar a un hombre haciendo fuego al estilo primigenio. "Le pedí que lo hiciera doce veces... y doce veces lo hizo", recuerda. Cuando él mismo lo intentó no corrió la misma suerte.

128 músicos y 155 cantantes tomaron parte en Etxea, Kalea y Herria, un compendio que Beñat ha visitado ante el monitor en su versión original, encontrándose con todo tipo de acentos y sorprendiéndose con "cómo se escribe fonéticamente el euskera para poder entenderse".

Desde nativos americanos hasta la estrella griega Eleftheria Arvanitaki han trazado algunos de los múltiples nudos del último tramo de trabajo con Junkera. "Escuchar algo que conoces con otras voces aporta una información nueva que es una pasada", opina Fontaneda, al que no le importaría volver a coincidir con el artista bilbaíno. "La impresión que me ha quedado de él es que es un trabajador nato".

A Beñat tampoco le falta precisamente trabajo, embarcado desde hace un tiempo en un incesante río de proyectos en el que sigue sacando paréntesis para firmar sus propios trabajos. El más próximo a su fin es un cortometraje, pendiente de título, que pondrá fin a su avalancha de microcortos. Al menos, eso ha prometido en familia.

Lo que también se ha prometido, a sí mismo, es comenzar a mover con mayor asiduidad sus trabajos audiovisuales por festivales, no sólo para tentar al palmarés sino también para que estos tengan una mayor difusión. Con su trabajo audiovisual para Kepa Junkera la expansión está más que asegurada. Con Lucía, el camino no ha podido comenzar mejor.

Con Kepa se encontró con Itsasoa laino dago, "una canción que me cantaba mi madre cuando no me dormía". Con Lucía volcó su mirada sobre un tema de los Beatles -¿intuyen cuál?- que "siempre me ha llamado la atención, desde el título". Porque no sólo de visual vive el audiovisual. Los nombres -Lucía, Kepa-, sólo se hacen realidad cuando se pronuncian.