la guerra entre cadena SER y COPE acaba de abrir un nuevo frente, judicial, que augura momentos calientes de enfrentamiento y disputa por la plata, mercado y audiencia. Este combate empresarial, desencadenado por la expulsión de Paco González de SER y abandono de más de cuarenta profesionales encabezados por Pepe Domingo Castaño, ha puesto en marcha un proceso que terminarán cerrando los jueces con su sentencia sobre denuncia de plagio presentada por SER. La situación tiene gran interés jurídico porque la cuestión de los derechos de autor en las producciones radiofónicas brilla por su ausencia y al registro de la propiedad intelectual apenas acuden los empresarios del sector, donde la copia de formato, atraco de programas y robo de modos radiofónicos está a la orden del día desde el inicio de la radio. Los programas radiofónicos, por ejemplo, de deportes se parecen como gotas de agua o el género tertuliano es similar en las emisoras y los espacios humorísticos se repiten con precisión de fotocopiadora en una continua clonación de contenidos y formas. La pelea empresarial está en Carrusel deportivo/Tiempo de juego y que los tribunales diluciden la propiedad intelectual en las empresas es un paso importante para poner coto y orden en el negocio y evitar desmanes de piratería corsaria, descarada copia y asalto a la creatividad de los otros. Ha llegado el momento de atajar la práctica habitual en la radio de birlarse hasta las sintonías, efectos, estructuras y ritmos. La radio española ha vivido bajo el principio de que todo está inventado y la práctica de que todo es de todos, repitiendo programaciones, géneros, estilos periodísticos y presentadores. Ha llegado el momento de aplicar las leyes, delimitar capacidades de la competencia, salvaguardar derechos de los creadores y oxigenar la antena de tanta mimetización y asfixiante piratería.