Comisario de Inmersiones 2010

¿Cómo recibe la herencia de los dos años anteriores y hasta qué punto este Inmersiones tiene su toque personal?

Hombre, es inevitable que algo de la personalidad de cada uno se trasmita al proyecto, lo mismo que influyen las circunstancias en las que se ha producido cada año. En la primera edición, veníamos de la travesía del desierto, con la sala Amárica cerrada desde hacía tiempo y de repente nos encontramos con que no sólo iba a reabrir sus puertas sino que además los artistas locales podíamos gestionarla a través de la Asamblea Amarika. Así que ese primer Inmersiones es de emergencia en cuanto a los artistas a los que dirige y porque hay que poner en marcha una programación cuanto antes. Es un momento de celebración, de reencuentro, una verdadera fiesta en la que también influye la personalidad de Iñaki Larrimbe, que aporta ideas refrescantes. En el segundo año, lo que pretende Izaskun Álvarez Gainza es dar a conocer fuera que en Vitoria estamos de celebración con este encuentro entre artistas y estamos tan contentos y orgullosos que queremos que lo conozca todo el mundo. Y en esta tercera, lo que se impone, desde mi punto de vista, es pensar, reflexionar, analizar lo que ha sido Inmersiones y lo que puede ser en el futuro. Yo soy fundamentalmente introspectivo y creo que ese es el carácter que aporto.

La parte central que articula todo son las presentaciones de ideas y propuestas por parte de los creadores emergentes pero alguien puede preguntarse si el hecho de que un artista acuda a esta llamada y explique en qué está trabajando le sirve de verdad para algo.

Claro que sirve y a todas las partes implicadas. Le es útil al artista porque se ve obligado a reflexionar sobre su trabajo y a pensar, sobre todo, cómo comunicarlo. Tiene que ser capaz de sintetizar lo que hace y seducir con sus propuestas. Es un buen ejercicio. Le sirve a la gente porque es la oportunidad de tener cara a cara la persona que está directamente implicada en el proyecto. Es la figura pero con su fondo, contando qué es, de qué va, en qué consiste su trabajo, para quién está pensado... Es un ejercicio para la gente, tiene que hacer un esfuerzo para entender al artista, partiendo de la base de que cada creador es diferente al anterior y al siguiente.

Este año se introducen también tres talleres que no sé hasta qué punto responden al hecho de que a la sociedad en general, y tal vez a la cultura en particular, le falta a veces un poco de espíritu crítico.

Estamos acostumbrados a una cultura muy visual en el sentido de que ve y olvida. Pero la gente que escribe es la que memoriza, la que aporta lo que ocurre. El ejercicio de escribir es muy necesario tanto para los artistas como para todos en general. Es un buen camino para acercarnos al arte, escribir y reflexionar sobre él.

Se dice que la sociedad actual va muy deprisa y no tiene tiempo para detenerse. ¿Al arte contemporáneo le pasa algo parecido?

Cada vez hay más artistas y eso es bueno para el arte. Además, cada vez están más formados y pueden contar con más ayudas que nunca. Nos podemos quejar de la situación ya que hay cosas a mejorar, pero los creadores pueden dedicar cada vez más tiempo a su trabajo. Lo que no hay es tiempo de los demás para acercarse a la labor de los artistas. Eso es una carencia. Así que tenemos muchos artistas jóvenes y muy interesantes, bien formados y con capacidad, pero al mismo tiempo tenemos un público que no muestra interés. Ahí hay una contradicción que, en cierta medida, Inmersiones busca romper.

Un Inmersiones que en el último taller de esta edición se va a mirar a sí mismo.

No se trata de hacer ninguna autocrítica ni de realizar un ejercicio de autocomplacencia. Se trata de democratizar el proyecto y utilizar el pensamiento colectivo para pensar cómo podría ser Inmersiones en el futuro. Es como devolver al proyecto ese esfuerzo que él ha hecho por nosotros desde el principio.

La coordinación de Inmersiones le llega casi en paralelo con el hecho de haber sido elegido para el Consejo Amarika tras la primera renovación de este órgano. ¿Cómo afronta el reto?

Ha sido una coincidencia total. Lo del Consejo es un relevo estatutario. Los que nos han precedido han hecho un trabajo extraordinario y además el más duro, puesto que todo comienzo es complicado. Pero tocaba cambiar y además se notaba cierto cansancio en algunos de los componentes anteriores. Me presenté porque creo en el Proyecto Amarika. Si crees en ello y te apasiona, eso ya es una garantía de que te vas a esforzar al máximo.

Alguien de la calle que nunca haya estado en Inmersiones, en una exposición, en una noche de performance, en... todas las actividades que organiza Amarika puede decir "y esto que ustedes hacen, ¿qué me aporta a mí como parte de la sociedad?".

La misma pregunta se podría hacer sobre las asociaciones de vecinos, por ejemplo. La participación ciudadana en la toma de decisiones es una aspiración irrenunciable, también de los artistas. ¿Qué nos aporta que los artistas quieran influir en lo suyo? Pues democracia y de eso salimos beneficiados todos.

En enero, cuando Inmersiones termine, ¿qué tiene que haber pasado para que se sienta satisfecho?

Pues estaré contento si los artistas que han presentado sus proyectos se han encontrado con un formato interesante, si les ha servido para comunicarse con otros creadores y con el público, si ha sido una experiencia transformadora. Lo mismo con respecto a los talleres. Si tienen la capacidad de transformar en sentido positivo a los artistas y sirven para mejorar su conciencia crítica y autocrítica, me sentiré satisfecho.