Vitoria. A principios de 2009, Antonio Altarriba reservaba un par de horas de su ajetreado devenir profesional para acercarnos en una entrevista sus inquietudes narrativas. Y, claro, como es menester, en la conversación surgieron también algunos proyectos... "Lo que me tiene más emocionado es un cómic que es, quizás, de todo lo que he hecho, la historia en la que más implicado estoy. Es la historia de mi padre", explicaba, mostrando los originales que el dibujante Kim le había enviado unos días antes.

Casi dos años después, con el cómic hace tiempo publicado y aplaudido por crítica -premios- y lectores -ventas-, sus lomos alcanzan una balda de oro que premia los trazos del recuerdo. Kim y Altarriba han logrado el Premio Nacional por El arte de volar, que publicó Ediciones de Ponent. 20.000 euros y la consiguiente proyección para el trabajo son las consecuencias de la decisión de un jurado presidido por el director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco, e integrado, entre otros, por los dos últimos ganadores del galardón, Paco Roca, y Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí Nicolau.

Como en un flashback, volvemos de nuevo dos años atrás para redescubrir, cuando el cómic aún no había visitado la imprenta, que al padre de Antonio "le tocó vivir la Guerra Civil, fue anarquista, pasó a Francia, estuvo en los campos de concentración, en la resistencia contra los alemanes... Es una vida intensa, y la he vivido de cerca. Tuve la suerte de que me mandara los veranos con sus amigos anarquistas, refugiados en el sur de Francia. Me daban una visión del mundo totalmente opuesta a lo que se vivía aquí. Era gente que vivía con intensidad sus ideales. ¡Estaban dispuestos a morir por ellos! Quiero que su historia refleje la de esa generación, y también un siglo. No es otra maldita novela sobre la Guerra Civil, que diría Isaac Rosa. También hay ficción, aventura, incluso fantasía. Habrá sido una obra complicada... Mantenía con mi padre una complicidad especial. Sufrió mucho y escribir esto te remueve".

Todo empezó un lustro antes, en 2004, "con un muy buen dibujo de Kim, uno de los grandes aciertos". Altarriba le pone un poco de sorna al piropo. "Yo me encargaba regularmente de engañarlo, para que pensara que llevaba menos tiempo del que llevaba y no se desesperara", recuerda.

Y empezó desde las tripas, desde el shock que le produjo el suicidio de su padre. "A partir de ahí, me lancé a escribir cuando ni siquiera sabía si habría alguien que dibujase la historia. Luego he visto que este proceso de creación ha encontrado un público más amplio del que pensaba". El escritor, profesor y guionista escogió el lenguaje del noveno arte -en el que es especialista y creador, juez y parte- porque permite "una reconstrucción más espectacular, más fiel y más impactante de los espacios de la historia. El cómic es un lenguaje que produce una de las representaciones más vivas del pasado, porque puede reconstruir con fidelidad desde la indumentarias, los paisajes, los armamentos... todo lo que constituye el ambiente de una época y, además, lo hace de una manera no arqueológica o muerta, sino viva".

La novela gráfica narra la historia de su progenitor, desde su infancia en los campos aragoneses (1918), pasando por la emigración a la ciudad, la guerra, los confinación en Francia, la resistencia, la España gris de los cincuenta, hasta terminar en la transición. Al principio, se publicó en una edición numerada, de tan sólo mil ejemplares, pero en seguida se desbordaron todas la previsiones. El trabajo estaba constantemente en el foco del gremio y no tardó en llevarse galardones que avisaban del recién anunciado Nacional, como el del Salón del Cómic o el Nacional de Cataluña.

Ese toque catalán llega de la otra dupla de manos que firma el trabajo, la que pone Kim, ilustrador que Altarriba conoció "un poco por casualidad" en un festival cuando tenía escrito la mitad del guión, y del que sabía que tenía un registro "más realista" que el que utilizaba en la revista que le ha hecho popular. "Lo único que pedí a Altarriba y al editor fue que no me metieran prisa", confiesa Kim. "Porque tenía que hacer lo de El Jueves y esto lo iba a ir haciendo a ratos, y no quería correr con una fecha cerrada".

Kim dibujó a medida que recibía capítulos del guión, una técnica que le ayudó "a no cansarse" y que le impulsaba a leer cada día un trozo de la historia, para saber qué pasaba. "Quise hacer una narración muy clara, sin cambiar casi de forma; el tamaño de las viñeta es casi siempre el mismo; quería hacer algo clásico", explica.

No son los primeros galardones para estos dos autores. Altarriba, entre muchos otros, se llevó el Premio Euskadi en 2002 por La memoria de la nieve. Kim, por ejemplo, logró en 2007 el Premio Internacional de Humor Gat Perich. Pero éste es un proyecto muy especial. Diferente. Altarriba asegura que ya se está preparando una unidad didáctica para estudiantes de ESO y Bachillerato de El arte de volar, que ayudará a los profesores a explicar la historia de España del siglo XX. Esto es mucho más que un cómic.