Como en un cuadro de Escher, los peldaños por los que caminan las páginas del último poemario de Ángela Serna acaban por encontrarse, al cabo del tiempo, en un punto en el que bajan y suben a la par, poniendo a gravitar al lector de escaleras, al caminante de letras. Pasos. El sueño de la piedra (Editorial Olifante) es "una reflexión sobre el tiempo a través del sueño de la palabra", sintetiza la autora. Y no es la única esencia que transita por su nuevo libro.
Un trabajo que, sencillo y fresco, parece germinado de repente, en un torrente de plena libertad creativa. Todo lo contrario. Si bien es cierto que el despegue es vertical, una vez alcanzadas las capas del planeo, éste se extiende de manera indefinida. "Escribir un libro no me lleva excesivo tiempo, pero luego puedo releerlo, como éste, hasta tres años", confiesa Ángela.
Lo sencillo, a menudo, viene precedido de mucho trabajo, y en esta ocasión a la poeta salmantina -afincada desde hace tiempo en Gasteiz- se le ha desbordado el minutero buscando la palabra precisa, suprimiendo todo lo aledaño, concretando los versos tal y como eran, tal y como sólo podían ser. Si en un inicio el texto "se impuso prosaico, creándose en rectángulos de texto", al cabo del tiempo "la prosa fue pidiendo estirarse" y tomó el perfil clásico del trazo poético, respirando en los grandes espacios en blanco con los que parece crecer, orgánica, en cada peldaño.
Y es que no es casual que, entre las numerosas citas que abren -modelo clásico- y después concatenan el poemario, se cuele la de Heidegger: "El silencio es una de las posibilidades del habla". Como el blanco se equilibra con la tinta, también los conceptos van alternándose a lo largo de la publicación, como si de un acordeón se tratara, abriendo y cerrando el espacio conceptual.
Podría aludirse a la figura del péndulo, pero la que verdaderamente puebla los pensamientos de Ángela es el círculo. A principios de la década de los noventa, Juan López de Ael introdujo a la escritora en el universo del escultor Jorge Oteiza, y los espacios desocupados del navarro pronto comenzaron a liberar también los de su poesía. Esa materia que no se ve comenzó también a ser la más importante para cimentar sus versos.
En Pasos. El sueño de la piedra "se desaloja el sujeto poético, desaparece, y da así la posibilidad de que se abra a cualquier sujeto". A través de los doce pasos propuestos por Serna -simbología de lo cíclico; meses, horas...- la estructura se propone como "un círculo infernal, porque no hay posibilidad de salir de él, no va a hacia la espiral".
Por ello, por ese eterno retorno o baile de contradicciones, su trabajo crea varias posibilidades de lectura, varios "itinerarios", varios recorridos poblados de referencias o vertientes que tienen que ver con lo pictórico, con la música, con el cosmos, con la mitología... "Se cuenta a sí mismo, se construye desde dentro, cada lectura hace su reflexión particular", explica Serna, aludiendo a reminiscencias metaliterarias que completan otras intratextuales, como la presencia de piezas habituales de sus estrofas: hormigas, relojes, polvo...
Las de este libro se acompañan por una suerte de espejo, y es que, como la poesía se impuso a la prosa, también poco a poco se fue imponiendo en la mente de Ángela la certeza de que el poemario sería bilingüe. "Se me impuso la necesidad de traducirlo al euskera", recuerda -encantada con el trabajo de Juan Garzia Garmendia-, ya que la esencia del idioma euskaldun "permite explicitar y, además, es muy preciso, que es lo que yo he ido buscando con este libro".
La editorial de Tarazona (Zaragoza) Olifante, guiada por Trinidad Ruiz Ruiz Marcellán, ha sido la encargada de sacar a la luz los últimos versos de Serna. Bueno, en realidad no los últimos, ya que la prolífica escritora -además de rapsoda e impulsora de múltiples iniciativas literarias- tiene en cartera dos trabajos más, Corona del sur y La desmesura del círculo, trabajo previo aunque vinculado de alguna manera a este círculo, como la honda que deja una piedra -sigamos la analogía- sobre el remanso del río.
Trabajos que llegarán en breve para seguir engrosando la bibliografía de esta profesora de Lengua y Literatura Francesa del campus arabarra, que sigue conquistando a golpe de poemarios y libros de poemas -"para mí no son lo mismo"- el territorio de la palabra, auténtica pasión que desborda también a través de las páginas de la revista texturas. Muchos frentes que componen el gran trazado del compás de Ángela Serna, que dibuja ahora palabras circulares que hablan del tiempo, de la vida y la muerte, del ser, del alma, tratando de alcanzar su más íntima verdad. Y contemplarla... Así.