La fotografía sale al paso. Da igual que sea tomando unas copas, degustando un buen menú, cortándose el pelo o comprando la merluza del día. La imagen se asoma desde los sitios más insospechados ante un público a veces sorprendido, otras interesado y, las menos, indiferente. Y no sólo en Gasteiz. Un total de 66 exposiciones inundan comercios, centros socioculturales, locales de hostelería y un largo etcétera de espacios abiertos al público de la mano de una nueva edición del concurso para amateurs de Periscopio.

No se trata sólo de mostrar. También hay que buscar la complicidad de establecimientos y locales para que durante un mes y pico sean, en paralelo a su actividad diaria, salas de exposiciones en toda regla. Y no es una cuestión de desparramar las instantáneas para ver dónde caen. La presentación es importante y su relación con el entorno físico también. No será la primera vez que el jurado no ha premiado una determinada serie porque esos aspectos estaban descuidados.

A lo largo de las cuatro ediciones anteriores, son centenares las exposiciones y locales que han tomado parte en una iniciativa abierta a cualquiera que tenga ganas de enseñar, cifras que no paran de crecer, aunque este año ha bajado un poco el número de muestras a concurso con respecto a los años precedentes. No es un certamen cerrado al fotoperiodismo, motor de Periscopio. Aquí la temática es libre y eso hace que a la diversidad de técnicas, formatos y calidades se añada un crisol de argumentos.

El jurado nunca lo tiene sencillo, aunque sólo sea por la cantidad de obras que se presentan. Pero esta propuesta va más allá de la mera competición. Los premios son importantes, de eso no hay duda. Sin embargo, lo interesante es tanto la invasión de lugares no comunes para el arte como el hecho de que la ciudadanía se encuentre con las instantáneas en espacios de todo tipo y condición.

Como de costumbre, bares y restaurantes se llevan la palma este año. Algunos, cada vez más, ya están acostumbrados a ser lugares de arte el resto del año y no sólo para el hecho fotográfico. Sin embargo, que diría aquel, cualquier pared es buena. Desde una tienda de globos hasta otra de ropa, desde una pescadería hasta una peluquería, desde un centro sociocultural para mayores a un estudio de decoración, desde un centro comercial hasta una herboristería. Desde....

A veces se recurre a la familia o a conocidos y amigos. En otras ocasiones, hay que buscar la complicidad de gente con la que antes no se ha tenido contacto. Cada lugar, además, ofrece unas características distintas: ni todos los bares son iguales ni todas las tiendas tampoco. Ha habido ediciones en las que incluso se ha convertido en sala de exposición hasta sedes sindicales.

Si uno se fija un poco, estas galerías temporales son fáciles de identificar. En la puerta de cada una se encuentra la pegatina de Periscopio, esa que indica que dentro está sucediendo algo especial y diferente. Una vez en el interior, hay lugares en los que las imágenes destacan más y otros en los que hay que tener buen ojo para fijarse. Y no sólo en la capital alavesa. Este año, también Dulantzi y el Gorbeia (en Etxabarri-Ibiña) han caído bajo las redes del obturador.

Entre los autores, hay quien tiene incluso más de una exposición a concurso, o quien la ha realizado junto a otras personas. Incluso, si uno es seguidor del concurso, descubrirá varios repetidores. La verdad es que todo el mundo es bien recibido y si no es este año, ya llegará el siguiente.

Aunque lo importante sea enseñar, no hay duda que también aquí hay un lado competitivo. Las 66 exposiciones buscan repartirse los 7.300 euros en premios que Persicopio tiene en la cartera, la misma cifra que en los últimos años ya que no ha aumentado por aquello de la crisis económica pero, por lo menos, tampoco ha descendido.

No se quedan ahí los galardones, de todas formas. El local que acoge a la serie ganadora también se lleva unos cuantos euros al bolsillo. Y el artista amateur que sube a lo más alto del podio se convierte de forma automática en miembro del jurado de la siguiente edición. Por si fuera poco, tanto él como los otros autores finalistas tienen también derecho a participar, doce meses después, en una exposición colectiva de carácter profesional. De hecho, los de 2009 se encuentran ahora mismo exponiéndose en la sala Luis de Ajuria.

En lo que respecta a este 2010, el tiempo para tomar una decisión por parte del jurado se va terminando. De hecho, la sala Jimmy Jazz acogerá el próximo día 25 una noche especial, en la que premios y música se unirán. Se leerá el acta final, se entregarán los reconocimientos a los elegidos y todos, también el público que quiera asistir, podrá disfrutar de los sonidos de Respect Mark and The Incoherent Band.

Pero eso ya llegará. De momento, las instantáneas dominan el territorio. Es cierto que no todas cuentan con el mismo nivel de calidad, pero eso es algo que cada uno debería juzgar. Hacerse el recorrido de las 66 en un sólo día es imposible. Hay que tomárselo con tiempo. Igual que pasearse por las doce exposiciones de los profesionales que componen el cuerpo principal del cartel de Periscopio.

O tal vez lo mejor sea tomar nota, coger la cámara y empezar a pensar en la posibilidad de presentarse a la edición del año que viene. De hecho, Gasteiz ofrece distintas posibilidades para formarse incluso aunque uno no tenga mucha idea de qué hacer con una cámara de fotos entre las manos. Lo importante aquí es disfrutar.