Vitoria. Larga es la relación ya de la Diputación y Paraíso en ese compromiso de llevar el teatro a todos los rincones del territorio para acercarse a los espectadores del mañana, a los pequeños estudiantes pero también a sus profesores. De hecho, la campaña que ambos impulsan está cumpliendo en este arranque de curso su vigésimo sexta edición. En septiembre arrancó una temporada que se alargará hasta el próximo mes de diciembre y en la que tomarán parte 2.586 alumnos y 177 docentes pertenecientes a 34 centros de 29 localidades alavesas.
El objetivo sigue siendo el mismo, como ayer explicaron la responsable foral de Cultura, Lorena López de Lacalle, y la coordinadora del grupo de Abetxuko, Pilar López, es decir, llevar las artes escénicas al alumnado de toda la provincia, formarlo como espectador y fomentar la creatividad. Sin embargo, este año se ha querido dar otro paso, de la mano de la ONG Setem Hego Haizea y en colaboración con la compañía italiana La Baracca-Testoni Ragazzi (formación procedente de Bolonia).
Esa diferencia radica en el que a los fines habituales de El teatro llega a la escuela se suma el hecho de intentar conseguir que los más jóvenes conozcan las realidades de otros niños y niñas del mundo, así como concienciar a pequeños y mayores sobre la producción y el origen de muchos de los productos que en occidente se consumen a diario, impulsando un consumo razonable y justo.
Para ello, se ha tomado la excusa del café, un artículo no consumido, en teoría, por los más pequeños pero en cuya recolección, por desgracia, sí son utilizados los niños en distintas partes del mundo. Eso sí, como siempre sucede en esta campaña, los estudiantes no sólo ven una obra referida a la temática escogida, sino que Paraíso contextualiza la representación con otras acciones que implican también a los profesores.
De hecho, la visita a cada centro comienza con el taller ¿Tomamos un café?, un encuentro con los docentes en el que se comparten, entre sorbos y pastas, conversaciones, experiencias y modos de trabajar mejor lo que sucederá después con el alumnado. Es éste un paso fundamental puesto que la implicación de los mayores es esencial para que no todo termine en el teatro y pueda seguir en el aula.
Después, y siempre antes de llegar a la representación, cada centro recibe un saco de café en grano, algo que, a buen seguro, no muchos pequeños han visto puesto que la costumbre de moler en casa ya casi se ha perdido. Dentro de cada paquete viene además una carta escrita por Eriz Alberdi, el actor de Paraíso que interpreta la obra que los espectadores verán después. En ella, el intérprete promete a los escolares actuar para ellos a cambio de que los pequeños le escriban una historia protagonizada por niños de otros lugares del mundo.
Tras el encuentro con los maestros y el fomento de la creatividad y la escritura de los alumnos, llega el momento de acudir al teatro y de ver Niño de café, un espectáculo creado por La Baracca tras el viaje de uno de sus miembros a Nicaragua. "Coincidimos con ellos en un festival y cuando nos contaron la idea no pudimos hacer otra cosa que ofrecerles nuestra colaboración", recuerda López.
El montaje, que parte de una persona que en realidad existe, habla de las condiciones de vida en el Tercer Mundo, de la explotación laboral infantil, de la descompensación de precios que reciben los agricultores frente a lo que se paga en el mercado... Todo ello a lo largo de una hora y con un relato "ameno y de gran belleza, lleno de fantasía".
De todas formas, ahí no se detiene todo. El trabajo sigue en la escuela, donde los jóvenes siguen recibiendo regalos del actor, en este caso, un paquete que contiene arena, un libro sobre la situación de los menores en el Sahara y una carta.
Una buena parte de los estudiantes alaveses que este año participan en la campaña ya han recorrido este camino. Eso sí, todavía queda un mes largo de actividades y representaciones con aquellos que más que espectadores del mañana son el público de hoy.