Donostia. El auge del nacionalismo en Yugoslavia le obligó a abandonar su país -la futura Serbia- en 1992. Volvió ocho años después y nunca escondió su oposición al régimen de Milosevic. Ahora, a Goran Paskaljevic le toca defender y reconducir algo más sencillo: las opiniones cinematográficas de sus compañeros y las suyas propias como presidente del jurado de la Sección Oficial del Zinemaldia. En ese campo tiene una amplia experiencia: muchos de los 30 documentales y 15 largometrajes que ha realizado han sido proyectados -y aclamados- en Cannes, Berlín, Venecia y, por supuesto, Donostia. En verano empezará a rodar una nueva película, El cazador en el bosque oscuro, sobre la ocupación alemana de Serbia y, "aunque la época es antigua, tendrá un interés contemporáneo", asegura.

¿Los temas que le interesan como cineasta son los mismos que como espectador: la inmigración, los temas sociales...?

Los temas que me interesan son los temas que me afectan ahora, lo mismo como espectador que como director. Siempre que las películas sean sinceras, estoy abierto a distintos géneros. No espero que las películas que veo estén hechas como yo las haría. Estoy abierto a muchísimos estilos. Éste es un festival muy diverso: películas pequeñas, grandes producciones...

En la prensa hay más sensación de equilibrio en la calidad de las películas de Sección Oficial que otros años. ¿El jurado comparte la percepción?

Hay películas de calidad muy diferente, no creo que todas sean de una calidad homogénea, pero la selección es buena. Hay filmes muy buenos y todos coincidimos, más o menos, en el aprecio de la calidad. El premio final es una cuestión de compromiso, de llegar a un acuerdo entre todos. Esto no es un deporte, no hay resultados exactos. ¡La Real Sociedad ganará algún día al Madrid, aunque no ocurriera la última vez! (ríe)

Coinciden en el jurado de la Sección Oficial más cineastas que nunca, frente a actores o directores de fotografía... ¿Puede eso condicionar o complicar el consenso final?

Es normal que haya directores porque sabemos lo que cuesta hacer una película, incluso una que no es muy buena conlleva muchísimo esfuerzo. Por eso, hay un gran debate entre nosotros y, sobre todo, mucho respeto por los trabajos.

Algunas voces demandan que se "repiense" el Festival de Donostia. Usted, que es un visitante asiduo de los principales certámenes cinematográficos, ¿cree que el Zinemaldia debería cambiar algo?

Los festivales cambian siempre. Los grandes, Cannes, Berlín, Venecia y San Sebastián, que es el más pequeño entre los grandes, cambian muchas cosas cada año porque todo depende de la selección, de lo que haya en el mercado. El problema es claro, lo que hay disponible para el festival. Hay años en que hay películas excepcionales, en que todas merecerían la Concha de Oro, pero sólo se la puede llevar una, y otro año una película de menor calidad que otras que no lo han recibido anteriormente se lleva el premio. ¡Pero eso ayuda mucho a la distribución de la película! (Sonríe) Sobre todo en el caso del cine de autor, que no tiene presupuesto para sacar 500 copias directamente.

El conflicto de los Balcanes tiene presencia en el festival: en "Home for Christmas" había una historia de amor entre una albanesa y un serbio; el cineasta bosnio Danis Tanovic preside el jurado de las Escuelas de Cine; usted, el oficial. ¿Ha transcurrido el tiempo suficiente?

Mi última película, Honeymoons, es una coproducción entre Albania y Serbia. A través del cine tenemos que ser capaces de superar los conflictos y, sobre todo, los prejuicios. Hay que entender que a los directores de los Balcanes, después de una guerra que les ha destrozado tanto física como espiritualmente, les cuesta muchísimo tomar distancias. Pero es necesario hacerlo.

Si pudiera ver alguna película fuera de la Sección Oficial, ¿a qué proyección se escaparía?

No me da tiempo... Tengo que ver tres películas al día y para mí ese es el límite, incluso a veces es demasiado; cuando salgo de ver una película necesito que repose e impregnarme un poco de las sensaciones, y no meterme en una nueva.

En Donostia ha obtenido el Premio Fipresci ("Time of Miracles") y el Premio Especial del Jurado (por "Sueño de una noche de invierno"). En mayo recibió el Premio del Festival de Cine y Derechos Humanos y ahora preside el jurado de la Sección Oficial del Zinemaldia. ¿Está pensando en comprarse casa aquí?

Si baja un poco el precio, ¡estaría encantado! (risas) Es la ciudad más bonita que conozco. Tiene una calidad de vida que no se encuentra a menudo en otros sitios de Europa: las tiendas, los restaurantes, la playa... Y no soy el único que lo piensa.