Donostia. Si el Zinemaldia fuese un plató de rodaje, todas las luces hubieran estado ayer dirigidas a Julia Roberts, que atrapó la atención de los medios, el público y los donostiarras, en general. Incluso pareció que, por un día, el festival se paraba para rendir pleitesía a esta estrella de Hollywood. Quienes esperasen grandes confesiones personales en el día que recibió el único Premio Donostia de esta edición, seguramente no quedaron satisfechos. Aunque sí ofreció algunas pistas sobre su forma de ser, como actriz y como persona.
La primera, que no le gusta -o que le aburre- la etiqueta de "novia de América" a la que se asocia su nombre. Hasta en tres ocasiones le preguntaron sobre esta cuestión en la concurridísima rueda de prensa posterior a la proyección de Come, reza, ama. A la tercera accedió a responder: "No creo que me hayan encasillado, no me siento encajada; he tenido diversidad de papeles. Hago las cosas que me apetecen y me han ofrecido grandes oportunidades. He interpretado distintos géneros y personajes". Aunque hay algo que aún no ha hecho. "Todo lo que me queda es dar clases de español", agregó
Roberts había llegado al Kursaal de Donostia pasadas las 14.30 horas, escoltado por sus compañeros de reparto, Javier Bardem y Richard Jenkins, y el director de la película, Ryan Murphy. El atractivo tándem Roberts-Bardem acaparó la tanda de fotos. Ella, simpática y sonriente, con una minifalda que reivindicó sus bellas piernas y una chaqueta de traje negra; moño italiano y las mismas gafas de sol que lució el domingo, al llegar a la ciudad. Él, que jugaba en casa, con un sobrio traje gris y una camisa blanca.
A pesar de comenzar la comparecencia con media hora de retraso, la sala de prensa acogió a la comitiva con un aplauso. "Desalojen la sala", tuvo que pedir, unas cuantas veces, el moderador a los fotógrafos allí presentes. Con la única condición de no incidir en cuestiones personales, comenzó la rueda de preguntas.
sonrisa "¿Se considera feminista? Es de las pocas actrices que, en su películas, tiene a los hombres como satélites alrededor?", fue la primera pregunta. "En cada contrato que hago se fija que los hombres tienen que obedecer y seguirme. Y parece que funciona", bromeó Roberts, momento en el que lució una amplia sonrisa, que mantuvo durante casi la totalidad del acto.
Dicha cualidad física, sin embargo, comparada con los "ojos azules de Paul Newman", no parece un elemento que la enorgullezca excesivamente. Porque, según se sinceró, es "curioso" que a alguien "le aprencien por algo que no es una destreza que pueda cultivar". "Es mérito de mis padres. La sonrisa forma parte de mí, como mis orejas o los dedos de los pies", afirmó.
En cuanto a la elección de sus papeles, la protagonista de Come, reza, ama confesó que se deja guiar por la intuición. "Siempre hago igual. Cuando termino de leerme el guión, tengo un sentimiento en bloque sobre si tengo que hacerlo o no. Nada hace que cambie esa primera sensación", añadió.
Uno de los momentos más espontáneos del acto tuvo lugar con la intervención de una "ilusionada" joven con síndrome de Down, que le dedicó un "¡Guapísima!" a la actriz estadounidense (y un "no te afeites" a Bardem), tras preguntarle si se quedaría con su papel en Pretty Woman o con Quédate a mi lado. Eligió la primera, por supuesto.
También estuvo a punto de enfundarse una txapela con el escudo de Donostia, regalo de un educado reportero de ETB, a quien Roberts invitó al estrado. "Igual te atacan si te acercas demasiado", soltó la actriz, aunque no se puso la boina por haber pasado "horas en la peluquería". "Aunque Javier ha tardado más que yo", rectificó.
Lo cierto es que el dúo de intérpretes mostró sintonía. Muestra de ello, el capote que le lanzó Robets a su pareja cinematográfica, al espetar un cantarín "cuidadoooo" a la pregunta de una reportera televisiva, que se atrevió a preguntar sobre "los cambios que está teniendo" la vida del actor español, que espera un hijo de su pareja, Penélope Cruz.
Roberts se mostró preocupada por cuestiones "medio ambientales" y "obsesionada" por el trato entre personas. "Eso debería ser una causa social, porque existe una falta de conexión humana en la época de la informática, los blogs... Hemos dejado de mirarnos a los ojos", manifestó. A la salida, recibió un nuevo aplauso.