VITORIA. Que los magos son creadores es algo fuera de toda duda. No hay mayor apoteosis de la imaginación que la que fabrica un ilusionista ante los fiscalizadores ojos del espectador. Pero es que este año, más que nunca, Magialdia es arte. La XXII edición del festival vitoriano funde en su programa pintura, cine y performance, aliados de los trucos en una semana -la próxima- repleta de estrenos y novedades.
Vayamos por días. El calendario no engaña. Para empezar, magia de aquí, plástica, efímera. "¿Qué tiene que ver la magia con el arte?", se pregunta Alfredo Fermín Cemillán, Mintxo. El artista interviene en la arteria más noble. Uno de sus geniales trampantojos -prefiere el término "dibujo anamórfico"- podrá disfrutarse en la Virgen Blanca desde la balconada de San Miguel. Como un lienzo propone siempre la ilusión óptica de ser real, también su apuesta ofrecerá "un juego de percepción" donde el espacio cotidiano vuelve a redefinirse. "Al final, no te acabas fijando en los sitios, nadie es turista en su ciudad", reconoce Mintxo, que reconvertirá, junto a su equipo de trabajo, doscientos metros cuadrados en una nueva realidad, en "ilusión transitoria y pequeña huella en la memoria".
De la pintura, al cine. Artium abre el martes un ciclo de cuatro películas cuyo leit motiv gira en torno al ilusionismo. Desde un antiguo audiovisual que recopila los pioneros trucajes cinematográficos de Georges Méliès hasta la houdinica cinta de Woody Allen, Scoop, la pantalla se hace varita de la mano del ilusionista y especialista cinematográfico Ramón Raibóo. Miércoles. Más arte. La pondrá Johan Lorbeer. Sí, aquel alemán que se pegó a una fachada con la palma de su mano. El creador alemán estrena, en el mismo museo, su pieza Ninety degrees, que se repetirá durante cuatro jornadas antes de conquistar todos los rincones del mundo.
Y, a partir del jueves, magia pura y dura. El ilusionismo de escaparate, seña de identidad del encuentro vitoriano, abre la senda, con su nueva categoría de concurso, en doce lunas de la ciudad. El viernes, íntima gala de magia de cerca en el Europa. El sábado, espectáculo por todo lo alto con la magia de escena del Principal. Y el domingo, resolución del concurso de escaparates, con la actuación de los cuatro finalistas en la Plaza Nueva. "Es el premio de mayor dotación económica del mundo", matiza el portavoz de Magialdia, Patxi Viribay.
Habrá más hitos. Más actividades y propuestas, todas ellas coordinadas desde la nueva oficina del festival, en el 38 de la calle Dato. Entre las más atractivas, la Gran Colección de William Eston, más de seiscientos juegos a disposición didáctica y lúdica del espectador en la plaza del Artium. Diversión e historia para el ciudadano gasteiztarra, que "sin saber que sabe, lleva veinte años viendo magia; es un espectador del primer nivel".
Más de cuarenta ilusionistas de primer nivel se citan en Vitoria desde el lunes. La cena de bienvenida, para cerca de 130 personas, ya no tendrá lugar en un sólo recinto. "No existe en Vitoria una sociedad gastronómica con esa capacidad", asegura Viribay. Pero, gracias a Boilur, la cita fundirá sabores autóctonos y trucos exóticos en media docena de txokos de la ciudad.
Todo está dispuesto, damas y caballeros. Incluso el aperitivo. Este domingo, en diversos rincones del centro -calle Correría, Santa María...- diversos ilusionistas locales recordarán alrededor de las 13.00 horas que Magialdia está a la vuelta de la esquina, con siete días repletos de sorpresas e imposibles.