Un año sin Pablo Antoñana
El 15 de agosto de 2009 el escritor fallecía en pamplona
La editorial Pamiela, con la que editó parte de su obra, publica ahora "Lectura de Pablo Antoñana", de Sánchez-Ostiz
PAMPLONA. "Todas las guerras me afectan y no puedo echarlas de mí desde que conocí la gran matanza del 36." Hace ya un año que el autor de esta frase, el escritor Pablo Antoñana falleció, el 15 de agosto de 2009, tras una larga enfermedad que padeció durante nueve meses. En los próximos días la editorial Pamiela presentará el libro que Miguel Sánchez-Ostiz dedica a la obra y la figura del escritor, Lectura de Pablo Antoñana.
Antoñana fue para muchos el escritor de la Guerra Civil. No sólo su carrera como novelista, sino toda su vida estuvo influenciada por esta contienda de la que dijo que "desde entonces supe que cuando un hombre mata a otro es un criminal destinado a la cárcel, mientras que cuando da la orden de asesinar a miles de inocentes es condecorado". Aunque a la hora de la verdad es difícil definir a este autor pues ni él mismo, en sus 81 años de vida, llegó a conocerse por completo: "No sé quién soy, pero conozco los nombres que me hicieron. Las sombras de la dictadura de Franco, el nacional catolicismo, sus procesiones, la religión verdadera y el Cara al sol", dijo en su día Antoñana. Lo que sí se sabe del literato de Viana es que en su prolífica obra legó a la literatura decenas e cuentos y novelas. Casi todos sus escritos fueron publicados a partir de 1984, pero su carrera de escritor comenzó en 1946 cuando firmó su primer cuento, Pablo Ordoky o el corte de pelo de un estudiante. Por sus obras recibió numerosos premios, incluido el Príncipe de Viana de la Cultura. Aparte de este galardón, Antoñana tenía en su haber el VII Premio Manuel de Irujo y, además, era miembro de la Sociedad de Estudios Vascos Eusko Ikaskuntza.
Pero los premios no eran, en absoluto, uno de sus objetivos. Su combustible para escribir era su "compromiso con la hora y el tiempo en que se vive" y la novela es testimonio y denuncia. Tal vez por ello, Antoñana se obsesionó en sus obras con la guerra, la injusticia, la maldad, el fracaso o la pobreza. Tal vez, una vez más, por ello aparecían constantemente dos grupos en sus novelas, siempre irreconciliables y enfrentados: los poseedores y los desposeídos.
Pero tras todas estas consideraciones, en el fondo, o no tan el fondo, se escondía un impulso de tributo a sus ancestros. "Es que ellos soy yo y yo soy ellos. Fueron gente de mi República de Ioar".