La época en la que, en teoría, reinan el sol y las vacaciones arrancó al ritmo del Azkena Rock Festival y del Festival de Jazz y terminará dejándose engañar con los trucos de Magialdia. No hace tanto, el verano cultural alavés se mantenía en pie gracias a los meses de julio y septiembre, quedando agosto en una tierra de nadie, sin casi referencias donde acudir más allá de fechas consolidadas como las del Festival de Teatro de Humor de Araia o el veterano certamen de órgano (sin olvidar el añorado ciclo internacional de coros). Más allá de eso, sólo quedaban los actos propios de los programas festivos. Pero desde hace ya un tiempo, eso ha ido cambiando. Cada vez son más las personas que durante la parte central del periodo estival se quedan en el territorio (y más en tiempos de crisis como los actuales). Y también crece el número de aquellos que hacen turismo por estas tierras. Esto obliga a ir incrementando una oferta que aunque todavía puede dar mucho más de sí y acoger nuevos proyectos, va poco a poco tomando más cuerpo.
No es sencillo, eso sí. Hay propuestas, escenarios y ciclos que, y esto es casi inevitable, cierran durante este recién inaugurado mes porque sus protagonistas también tienen derecho al descanso. Es el caso de iniciativas como Vital por Álava, que ya ha abierto su paréntesis habitual para dejar que los intérpretes que le dan vida tengan su descanso. Pasa algo parecido con la Red Municipal de Teatros en Gasteiz (excepción hecha, por supuesto, durante las fiestas de La Blanca). Son sólo dos ejemplos de otros muchos.
Aun así, hay citas que no fallan. Es el caso del Festival de Teatro de Humor de Araia, que entre los días 12 y 15 vivirá su decimoséptima edición, aunque en el caso de este certamen hay que destacar el importante esfuerzo paralelo que se hace para organizar fuera de cartel actuaciones a lo largo de casi todo el mes por una larga lista de municipios del territorio.
En este 2010, además, Álava estrenará un nuevo encuentro, el denominado Bernaola Bero Festival. Bajo este paraguas se producirá la vigésimo quinta edición del certamen de órgano (centralizado en Rioja Alavesa) y debutará un ciclo de música culta (que pasará por Labastida, Vitoria y Salinas de Añana).
En lo que respecta sólo a la capital alavesa, la agenda se encontrará con viejos conocidos pero también con propuestas que están naciendo en los últimos tiempos, sin olvidar que, por supuesto, espacios como museos, cines, centros culturales... Seguirán con sus puertas abiertas. Así, una vez más se llevará a cabo el Festival/Curso Internacional de Música de Vitoria, que además de explotar su vena didáctica, propondrá durante la mitad del mes un buen número de conciertos con los que atraer a todo tipo de público.
Repetirán también el ciclo de títeres que se desarrolla a lo largo de todo el verano o una nueva edición de las Jornadas de Culturas Milenarias, que este año estarán dedicadas a India y que englobarán conferencias, talleres, proyecciones, conciertos... Eso será entre el 23 y el 27 de agosto, concentrando en una semana la misma estructura de un programa que antes se diseminaba a lo largo de dos. El que asimismo vivirá otro encuentro con los espectadores, a final de mes, será el Festival de Radio y Televisión (FesTVal), una cita única en su género dentro del panorama estatal por la que pasarán nombres bien conocidos y que albergará los últimos estrenos de la pequeña pantalla así como encuentros entre profesionales, actividades paralelas...
Otro que aunque reduzca su número de actividades a lo largo de agosto siempre tiene algo que ofrecer, más allá de sus exposiciones, es Artium, que en esta ocasión acogerá un ciclo especial de películas en las que el séptimo arte se unirá con la música.
Entre las novedades, la Catedral Santa María ofrecerá a mediados de mes dos nuevas sesiones de su recién estrenado proyecto de teatro sacro, una iniciativa que se está uniendo a su habitual programación de conciertos.
Para septiembre quedarán Luna Krea, Magialdia... Pero eso ya llegará. Será cuando el territorio recupere el ritmo y empiece a despedirse del verano, de una época en la que cada vez pasan más cosas aunque todavía la lista de citas que se podrían ofrecer sea larga. Eso es una labor, eso sí, que no es flor de un día, que requiere una apuesta constante, sobre todo desde lo público.