Doce años ha pasado Juan López Mujika regentando una de las hamburgueserías con más solera del casco antiguo. Toda una vida tras la barra, contando los desempeños anteriores del hostelero, para el copropietario de Jango. La actual empresa orbita en torno al alimento más autóctono del territorio: la patata.
Según tengo entendido, Jango ha sido levantado en torno al alimento rey de la provincia: la patata.
Exacto. Tenemos muchos platos y pintxos, y cada uno, en mayor o menor medida, lleva patata. Es un restaurante temático en torno a la patata.
¿Cómo se surten? ¿Cuál es su proveedor?
Se trata de patata ecológica. Un agricultor de Luzuriaga nos las planta. Planta tubérculos de distintas clases y ya nos ha asegurado que puede plantar las clases que necesitemos.
O sea, que utilizan distintas clases de patatas.
Claro. Tenemos Kennebec, patata agria, Mona Lisa, de siembra... cada una tiene sus características. Unas son más harinosas, otras más compactas... Son mejores para según que plato.
Hábleme sobre la carta del Jango.
Variamos todos los días, pero para que la gente se haga una idea, podemos hacer ensalada de ventresca con guisantes, patatas y manzana; ensalada de pulpo a feira; patatas con costillas; con chorizo; cremas, ahora mismo tenemos una de calabacín, etcétera... Además se puede pedir únicamente un plato.
Así que existe la opción de comer un plato, por ejemplo en vez de un bocata.
Sí, creo que es una manera de comer bien, sentado en la mesa, y económica. Los platos están entre cuatro y seis euros, a eso súmale algo de beber.
Por último, no querría obviar la oferta de pintxos.
Solemos tener un par de tortillas diferentes, ahora tenemos la vichisoise de patata, crema de calabacín, tenemos patas rellenas de distintas salsas...