Vitoria. En julio, la almendra se vuelve mágica. Ocho más doce suman diecinueve. Ocho son los días del programa. Doce los escenarios convocados. Y diecinueve los conciertos que alimentarán desde el jueves una nueva edición, la quinta, de Jazzaharrean.
De nuevo jazz, envenenado de géneros, para conquistar cantones ávidos de anocheceres con luna de notas. De nuevo jazz, que arranca el jueves con la experimental incursión de Heckler (Gora, 20.00 y un Soul Machine (Parral, 21.30) que dará lo que su nombre promete.
A partir del viernes, órdago al fin de semana. Jazz Latino en la Correría con Iguana Quartet, y doble apuesta por el baile. La etno-electrónica de Munduko Beat en el Parral y la combinación acústica y sampleada de P-Brothers en el Gora. En Artium, una de las principales joyas, el deep-funk abrasivo y auténtico de The Sweet Vandals.
La Brassa Band abre el sábado el camino de la calle con un acrisolado cruce de estilos, de la Kutxi al Machete. En la catedral, el otro brillo máximo del festival, con el retorno de Jorge Pardo -tras su jam gaztetxera de hace unos años- junto a Tomás San Miguel. En la nave y con su correspondiente invitación. Nu-jazz, blues y funk cierran la jornada en la plaza Etxauri con los gasteiztarras The Basics.
Domingo puro con los locales Jazz Corner y 4Roots, que inauguran las tablas de Hala Bedi Tarberna y La Riojana, antes de un lunes 5 donde soul -A contra Blues- y raíces de jazz -B3 Dixieland- devuelven al tándem Parral Gora. Un cantón que repite el martes con la puesta de largo de Never Mind Quartet, con el disco de Nirvana como excusa para revisión de los 90, y los tonos cariocas de Tom Tom Makuts.
El martes, dos estrenos de tablas para Jazzaharrean. El de Laratz (Pintorería) con el gipsy-jazz de El síndrome de Stendhal y el de Bodegón Gorbea con el avant garde de Onyx. Y vuelta al núcleo para un cierre espectacular. Cuarenta músicos han sido convocados el jueves. Son aquellos que han pasado por las Pintxo Jam Session Canallas, que cumplen veinticinco ediciones intercambiando efectivos, en una misma noche, entre Parral y Gora. "Seguimos apostando por lo local, por trabajar con músicos de aquí y traer el jazz al Casco Viejo", explica Iñaki Lazkano, del Parral. El jazz quiere otro mordisco de almendra.