Vitoria. Más tarde o más temprano, siempre llega el final. Para la novena edición del Azkena Rock Festival, también. Mendizabala vivió ayer su última tarde, aunque el certamen se alargará hoy un poquito más con el último concierto previsto sobre el escenario gratuito de la Virgen Blanca, donde a las 13.30 horas aparecerán los belgas The Experimental Tropic Blues Band. De todas formas, el macroencuentro es ya historia y hoy mismo empieza a mirar a su décimo aniversario. Eso sí, sus últimos pasos dieron para mucho.
Con la amenaza de un buen tormentón en unas cuantas conversaciones arrancó el día en el recinto, un espacio donde todavía a los presentes se les notaba en la cara el cansancio acumulado, sobre todo tras el intenso cierre de la madrugada del viernes. La necesidad de tomarse un respiro hizo que a eso de las cuatro de la tarde, cuando se abrieron las puertas, hubiera poco personal. Normal. Pasa todos los años. Eso sí, según fueron avanzando las horas, Mendizabala volvió a recibir la segunda avalancha de esta edición.
En la mente de la gran mayoría había dos cosas fundamentales, más allá de la amenaza de lluvia, al final cumplida por la tarde aunque sólo a medias. La primera: ¿qué concierto iba a dar el maestro Dylan? Y la segunda: ¿cómo aguantar hasta las tantas para no perderse la recta final con Isaak, The Hives y Bad Religion?
A los vizcaínos Audience les tocó todavía el momento de menor presencia de espectadores (máxima cuando unos pocos ya estaban situados en el escenario grande para guardar sitio de cara a Dylan). Eran las 16.20 horas y se notó. Aún así, el grupo vasco salió con la energía precisa en estos casos, es decir, no importa cuántos estén delante, lo imprescindible es la música que se les puede ofrecer y más en media hora de actuación. Para finalizar, además, regalaron un homenaje verbal y sonoro a al genio de Minnesota.
Unos muy esperados eran Maggot Brain. Los extremeños, sobre todo en el foro oficial del ARF, tienen unos cuantos entusiastas. Y no es gratuito. Se lo han ganado a pulso. Ellos lo saben (de hecho, alguno es miembro activo del festival en su vida en Internet) y se dedicaron a corresponder con todo lo que tienen (y es mucho) a ese cariño. A destacar, la versión del Alive de Pearl Jam que se marcaron a mitad de su actuación en Gasteiz.
Casi sin respiro llegó el turno de The Russian Roulettes. Alguno pensaría que al trío australiano se le iba a quedar grande el escenario principal de Mendizabala. Para nada. Es más, su actuación fue un grito a quien quiera oír para regresar cuanto antes a las salas del Estado. Para esa hora, las nubes ya estaban amenazando y por un momento hubo quien recordó la tremenda tormenta que en 2004 tuvo tan nefastas consecuencias para el Azkena Rock.
Aparecieron también los ingleses The Cubical. Los de Liverpool no han inventando la pólvora ni hacen nada ya escuchado, pero tienen la virtud de saber muy bien en qué consiste su trabajo. Por eso conectaron rápido con el público.
Muchas ilusiones también había con Robert Gordon. El veterano músico es toda una leyenda que en Gasteiz estaba acompañada por The Gang They Couldn"t Hang (¡muy grande lo de Slim Jim Phantom a la batería!). Y en ese punto se demostró, como ha pasado otros años, que cuando se está viviendo un más que buen concierto, ni la lluvia es un obstáculo. Porque, como se temía, empezó a caer de forma constante aunque no demasiado molesta.
El relevo lo tomaron los veteranos NRBQ, cuyo paso por la capital alavesa no merece mucho comentario. La banda tiene una gran historia detrás y cuenta con excelentes músicos, pero eso no significa que no pueda caer en la monotonía e incluso la pesadez.
Por fortuna, la espera para ver al maestro Dylan fue corta. Tiene tanta música dentro que la hora larga de actuación supo a poco para muchos. Como era de esperar, el veterano cantautor (acaba de cumplir 69 en mayo), consiguió llevar al séptimo cielo a unos, mientras que otros no conectaron en ningún momento con su voz cascada. Pero más allá de gustos personales, de lo que no hay duda es de que es un genio, por mucho que la edad ya no le permita muchas cosas, que sus últimos discos no estén a la altura de décadas pasadas, y que nadie puede terminar satisfecho nunca en sus conciertos ya que es interminable la lista de canciones que no caben en una única actuación. Aún así, ahí estuvo a la guitarra, a los teclados y a la armónica, desplegando su mito, acompañando por una más que apreciable banda. Y como de costumbre, al público ni hola, muy buenas. Poco le importaba a mucha gente de distintas generaciones. Ellos querían la música. Y gozaron a lo grande como cuando sonó Like a Rolling Stone.
Los que desde el principio tenían claro que Dylan no les iba, se retiraron a un segundo plano dentro de la muchedumbre, reconociendo a Dylan su pasado y punto.
Después de esta leyenda de la música, les tocó a los Toilet Boys, que llevaban semanas lanzando mensajes en su Facebook sobre lo ansiosos que estaban por tocar en el Azkena, su única fecha en el Estado. Los de Miss Guy se han vuelto a reunir tras un parón de varios años y no hace ni dos semanas que dieron su primer concierto juntos en Nueva York. Pero quién lo diría. En el ARF no pararon quietos.
Ya cuando la noche lo dominaba todo llegó el turno de ese gran tipo llamado Chris Isaak, de esos incombustibles bautizados The Hives y de esos grandes (ya veteranos) Bad Religion. Pero eso sucedió cuando la edición de este periódico se estaba cerrando, así que tiempo habrá mañana para contarlo como se merece. Será el momento también de hacer balance y de comenzar la cuenta atrás para el décimo aniversario del Azkena Rock Festival, una efeméride que si los planes salen bien, puede ser antológica.