Vitoria. Con la amenaza de granizo en muchos comentarios a primera hora de la tarde arrancó ayer la segunda jornada del Azkena Rock Festival en Mendizabala, un recinto que desde primera hora tenía al personal preparado para recibir con los brazos abiertos a Kiss pasada la medianoche. Pero claro, no todo era ellos cuatro.

La larga noche del jueves se notó a primera hora, con un público que se fue sumando poco a poco, bajo un sol abrasador, hasta convertirse en una auténtica avalancha. Y es que el macroencuentro vivió ayer una de esas jornadas especiales, donde se notaba que había un aire especial, como cuando en 2006 le tocaba el turno a Pearl Jam. Las caras pintadas salieron a cada paso desde casi las cuatro de la tarde. De hecho, ¡a esa hora ya había algunos seguidores guardando el sitio en primera fila!

También el ecuador del ARF sirvió para que el recinto cobrase vida en todos sus rincones ya que se abrió también el segundo escenario, el bautizado como Doug Fieger (cantante de The Knack fallecido a principios de este año). Un lugar que, por cierto, estrenó carpa, más alta para intentar solucionar algunos problemas acústicos ocurridos en ediciones anteriores. Con las dos tablas a pleno pulmón se pudo ver también otra de las imágenes clásicas del festival, el peregrinaje de una gran masa de un lado a otro.

La cosa empezó con los dedos metidos en el enchufe de "77. Los catalanes, siguiendo la estela de AC/DC, se dejaron el sudor e incluso la piel sobre el suelo de Mendizabala (y esto es literal). Corto, pero muy intenso, un concierto donde el guitarrista LG fue el primero en esta novena edición en bajarse del escenario para tocar entre el público. Ya era hora.

Los guipuzcoanos The Hot Dogs fueron los siguientes. De AC/DC a The Rolling Stones, vamos. Pero los vascos no terminaron de tener su tarde. Y eso que lo intentaron todo y el público estaba por la labor.

En esto que las nubes comenzaron a aparecer y más de uno se temió que lo de la anunciada granizada se iba a hacer realidad. Pero aguantó. Entre tanto, Dan Baird hizo su aparición junto a sus Homemade Sin. Sin estridencias, sin tonterías, sin gustarse demasiado, sin querer hacer más que lo que se controla a la perfección, el grupo lo clavó. No todas las actuaciones tienen que ser la del siglo.

Eso sí, fue acabar el combo y en cuestión de segundos comenzó El Vez y su gente en el otro escenario de Mendizabala, lo cual provocó más de una carrera. Este hombre, ya se le conoce, es un mundo aparte. Y hay que tomar sus directos de la misma forma que él, con mucho sentido del humor. Apareció de dorado, paso a un traje de tigre, se vistió de morado, se pasó al rojo pasión y terminó de negro. Cinco cambios de ropa en menos de una hora. Y entre tanto, hubo tiempo para rancheras, para una versión rockera del Eres tú de Mocedades que dejó a más de uno con la boca abierta (ver para creer), con otra versión del In the ghetto que esta vez se llamó En el barrio (¡ríete tú del Príncipe Gitano!)... Los que le siguieron la gracia, la gran mayoría, gozaron. El resto, se echó las manos a la cabeza.

También casi sin tiempo para respirar, tomó el relevo una Imelda May que es una maravilla. Cuando su voz tiene que ser delicada, no hay problema. Cuando se tiene que poner peleona, tampoco. Hizo bailar, dejó que su banda también se luciera y terminó con una versión del conocido Tainted Love.

A Teddy Thompson le tocó bailar con la más fea. Su folk rock tiene una factura impecable, pero en un día con tantas ganas de energía Kiss, su figura quedó un tanto desdibujada. Una pena, pero hay jornadas en las que por mucho que uno se esfuerce, y él lo hizo, las cosas no acompañan.

Después llegó el turno de dos bandas que son historia viva del punk y el rock. Los primeros en hacer acto de presencia fueron los australianos The Saints, que han suspendido todos sus conciertos para esta temporada a excepción del que tenían previsto ofrecer en Gasteiz. Y menos mal, porque de otra forma, la capital alavesa se hubiera perdido a una banda que tiene sus años y ha vivido tiempos mejores, pero que todavía tiene mucho y bueno dentro. Cuántos quisieran.

Algo parecido puede decirse de The Damned. Tras el paso hace un par de años de Sex Pistols, el viaje de esta banda hasta el ARF era casi obligado. Porque ya no el punk, también otros géneros englobados dentro del rock no hubieran sido lo mismo si en el Reino Unido a finales de los 70 no hubiera sucedido aquella explosión musical e ideológica tan añorada. Aquellos fueron otros tiempos, pero aún así el combo demostró que es cierto aquello de que el que tuvo, retuvo. Una pena para muchos no haberlos visto en sus momentos más álgidos, pero qué se le va a hacer.

Después llegó el turno de Slash en la presentación en directo de su proyecto en solitario. Y, por supuesto, Kiss y todo su gran espectáculo, el más esperado de este año. Sin olvidar, claro está, a Imperial State Electric con Nick Royale a la cabeza, encargados de cerrar esta segunda jornada. Pero estos tres conciertos sucedieron ya con la edición de este periódico camino de cerrarse, así que tiempo habrá mañana para contar lo que sucedió.