barcelona. El director Carlos Saura se adentra en la "cocina" de la ópera Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart, en su última película, Io Don Giovanni, filmada desde el punto de vista del libretista de la obra, Lorenzo da Ponte.
La película, que se estrena el próximo 25 de junio, comienza en la Venecia de 1763, en la que Da Ponte, interpretado por Lorenzo Balducci, lleva una vida entregada a vicios y placeres, siempre bajo la sombra de su maestro y mentor, Giacomo Casanova (Tobias Moretti).
Sin embargo, la Inquisición lo condena al exilio a Viena, en donde Casanova le ayuda a introducirse en la sociedad vienesa, que le permitirá conocer a Salieri (Ennio Fantastichini), el compositor preferido del rey, y a un recién llegado y joven Mozart (Lino Guanciale).
En la presentación del filme, Saura ha explicado que el productor Andrés Vicente Gómez está en el origen de la cinta. "Estando juntos de promoción en Los Ángeles, me presentó a un productor austríaco que tenía un guión de un italiano. Eran 300 páginas sobre la historia de Da Ponte". Tras una primera lectura, Saura decidió centrarse en "el proceso de construcción de Don Giovanni con Mozart".
Ante la escasa información fiable que existe sobre la vida de Da Ponte y en concreto sobre la relación con Mozart, el equipo de guionistas que trabajó con Saura tuvo que emplearse a fondo e "inventar algunas cosas". Sin embargo, el director asegura que "en un 90% la película es fiel a la realidad histórica".
Piensa el cineasta aragonés que "la relación entre Da Ponte y Mozart tuvo que ser muy cercana" y que la ópera que hicieron juntos tiene mucho del otro Don Giovanni. "El texto de Da Ponte es semejante en un 80% al de Gazzaniga y me atrevería a decir que Mozart también copió algún fragmento en su música,(...) incluso en el Don Giovanni de Mozart hay fragmentos del español Vicente Martín Soler, un contemporáneo suyo, amigo y enemigo a la vez", sostiene.
En las escenas de Venecia, Saura recurre a la música de Vivaldi, alguien nacido en la ciudad de los canales como Da Ponte y con quien comparte su sacerdocio inicial y su vida disipada.
Saura, a quien gustaría hacer alguna vez el Don Giovanni en una ópera, no oculta su fascinación por los cantantes y no es casual algún primer plano de sus rostros atacando un aria.
"Siempre he quedado fascinado -confiesa- por cómo mueven los labios, cómo modulan la boca, lo siento como algo sensual e incluso erótico, y por eso utilicé deliberadamente el primer plano".
Para alguien interesado en la ópera y que ha utilizado el lenguaje teatral en el cine, "esta película era la excusa perfecta", aunque rechazó desde el principio la opción de hacer "una cinta costumbrista", pues "habría sido todo muy artificial, dado que la Viena actual ya tiene poco que ver con la de la época".
Ha tenido palabras de elogio hacia el trabajo del director de fotografía Vittorio Storaro y ensalza su "capacidad para iluminar y hacerlo con rapidez, como nadie lo hace".
Con Storaro ha hecho también una película todavía pendiente de estreno, "Flamenco, flamenco", y aunque prefiere no hablar de sus próximos proyectos, Saura adelanta que prepara "un musical, otra película y una cosa ambiciosa y complicada".
Este último encargo no es otra cosa que un proyecto sobre la luz, "desde el punto de vista científico y desde la óptica de las artes", que tendrá lugar en la cúpula que ha realizado en Avilés el arquitecto Oscar Niemeyer.