lanzarote. El escritor portugués José Saramago abandonó ayer para siempre la isla de Lanzarote, donde fijó su residencia en 1993 y murió el viernes a los 87 años, para ser incinerado en su país, Portugal, aunque parte de sus cenizas volverán a su casa de Tías para ser enterradas junto a un olivo.

La de ayer fue "la despedida definitiva de Saramago de la isla de Lanzarote", según dijo su viuda, Pilar del Río a los alcaldes de Tías y Haría, José Juan Cruz y José Torres Stinga, a su llegada, a primeras horas de la mañana, a la capilla ardiente del escritor, instalada desde el viernes en la biblioteca de la sede de la fundación a la que daba nombre. El cadáver de Saramago, vestido con un traje oscuro y con gafas en un ataúd abierto con cuatro velas a su alrededor, fue trasladado desde esa capilla ardiente a las 05.30 horas, hora local, hasta una funeraria de Arrecife, la capital lanzaroteña, para ser embalsamado, y regresó a las siete de la mañana. Horas después, a las 09.28, y entre aplausos, el féretro abandonó la capilla ardiente para ser conducido hasta el aeropuerto de Lanzarote y emprender su viaje a Lisboa, donde será incinerado.

su relación con la isla El biógrafo de Saramago, Fernando Gómez Aguilera, explicó que el Premio Nobel se refugió en la isla de los volcanes en 1993 tras abandonar Portugal por la mala acogida que tuvo su Evangelio según Jesucristo. El también responsable de la Fundación César Manrique, con la que Saramago estaba muy vinculado, recordó que antes de fijar su residencia permanente en Lanzarote junto a su mujer, Pilar del Río, Saramago había viajado a Canarias con anterioridad. Sin embargo, la decisión de vivir en Lanzarote la tomó cuando fue allí en la Navidad de 1992 para visitar a la hermana de Pilar, María del Río, y a su esposo, Javier Pérez, que ya residían en la isla desde hacía años.

Cuando llegó a Lanzarote para quedarse a vivir, Saramago se trajo unos apuntes sobre su libro Ensayo sobre la Ceguera, que escribió íntegramente en su casa del municipio de Tías, a cuya librería acudía diariamente a comprar el periódico. Será en uno olivo plantado en esa casa donde se enterrarán parte de sus cenizas; el resto se depositarán en su pueblo natal, Azinhaga.