nO necesitan batuta. Van... por donde les dan los vientos. Ana Isabel, Guillermo y Jimmy dirigen sendas big band en una nueva edición del festival del género que acoge hoy -gratuita- el Jardín de Falerina. Tres formaciones diferentes con un único objetivo: esculpir sus notas en lo alto de la colina. No están locos. Piensan a lo big.
Guillermo afinó su no-batuta con los inicios del festival. "Era mi primer año con la Big Band Berri y, si ya me parecía una locura haberme dejado convencer por Iker -es un liante nato, una de sus grandes virtudes- para montar una banda, cuando me dijo lo de tocar en un festival le respondí que estaba como una cabra. Sólo teníamos media hora de música -no estaba mal para un año- y muy forzada, pero salió muy bien. La idea era interactuar con más músicos, no encerrarnos en nuestro pequeño mundo sino tocar con más gente", recuerda.
En el caso opuesto está la no-batuta de Ana Isabel, con una Txiki Txiki Big Band que se pone de largo en Falerina. Más de medio centenar de niños estrenándose por todo lo alto. A lo big (estribillo). "Es curioso, creo que no conocían el concepto festival como tal. Va a ser muy interesante para ellos estar dentro de algo así, a ese nivel. Tener su prueba de sonido, con un minutaje, las acreditaciones... ¡Que tengan acreditación! El objeto en sí. Van a estar todo el día con ella. ¿Y a qué les da derecho? Hombre, no es el Azkena Rock Festival, pero...".
La tercera no-batuta está también de estreno. Con su primer disco bajo el brazo, la Gasteiz Big Band promete uno de los grandes momentos de la jornada. "Iniciamos una manera de hacer sonar una big band bastante especial, resultado de un trabajo que viene de lejos y en el que tienen una presencia muy importante las nuevas tendencias electrónicas y una idea de entretenimiento que no es muy corriente. Es muy difícil encontrarte una big band que no apueste por una idea muy concertística, una idea de tocar los clásicos exquisitamente", apunta Jimmy.
Apunta y empiezan los disparos cruzados -e inofensivos- de la conversación. Ya que tres directores coinciden en esta mesa, trataremos de saber en qué consiste guiar a un gran grupo de músicos. "Lo más difícil es crear un ritmo de trabajo, un ambiente, más que el hecho en sí de preparar unas partituras", se lanza Guillermo. "Personalmente, cuando empecé no tenía ni idea de dirigir, ni de texto, ni de nada, pero al final es una convención, una forma de comunicación con otra gente. Puedes tocarte la oreja, y eso quiere decir algo. La técnica es lo de menos, al final lo importante es la dinámica de ensayo".
Para Jimmy, un director de big band ejerce más antes de que durante, es sobre todo "alguien que tiene que poner la dinámica, empujar, elegir un repertorio, que son decisiones clave. Hay un montón de cosas que no se van a ver en directo, pero que son relevantes".
"¿No recordáis la primera vez que os pusísteis delante de un grupo?", pregunta Ana Isabel, a la que la conversación le ha puesto evocadora. "Yo me acuerdo cuando empecé a dirigir, con los coros. La sensación de que tu hacías un gesto y que de repente cantaran o tocaran a la vez. Alucinas. Me acuerdo que me pusieron a un coro profesional, hice así, cantaron... y tuve que parar".
Los gestos no son de cara a la galería. Con formaciones tan extensas como éstas, el director se torna muchas veces un "contacto visual" entre los músicos, explica Guillermo, que cederá hoy -escayola en ristre- su no-batuta a Iker Sánchez. "Los gestos de los directores de big band son tremendos, son muy poco convencionales, muy poco ortodoxos, pero el director es, sobre todo, alguien que facilita que todos vayamos en la misma dirección".
"Eso en el mejor de los casos", tercia Ana Isabel. "Es bueno que haya un criterio, no es algo asambleario, aunque en mi caso hay muchas cosas que ellos proponen, por ejemplo en el repertorio. Nos apetece tocar esto. Hay una tormenta de ideas y tú recoges. De los veinte temas que proponen, igual seis son posibles y lo tanteas. En mi caso, como directora, estoy más presente, por ejemplo, en otros temas como puede ser el comportamiento".
En el caso de Jimmy, la elección de repertorio para la Gasteiz Big Band "es una mezcla entre lo que te gusta y lo que consideras que puede salir bien. Estamos empezando a hacer algún arreglo exclusivo, pero normalmente se suele trabajar ya con partituras, aunque nosotros solemos darles la vuelta; pero, casi siempre, las notas escritas las ha arreglado una eminencia". Guillermo prima que el repertorio "sea adecuado para los músicos, que nos lo pasemos bien haciéndolo y que sea un repertorio con el que disfrute el público". Ana Isabel maneja un caso especial. "Tienes que adecuar muchísimo lo que estás haciendo con tu realidad. Es importante hacer un traje a medida. Pillas un arreglo de base, pero tienes que adaptarlo a la persona porque puedes tener un niño al que no le sale hacer graves. Igual está en RE Mayor y el RE es fundamental, pero tienes que hacer algo diferente".
Por eso, dirigir una big band es a la par "una forma de aprender muchas cosas", señala Guillermo, "temas de comunicación, de ritmo, de ensayo, de articulación, de afinación; por ejemplo, yo soy pianista y nunca había tenido que afinar". Su objetivo para hoy es sólo dar un paso más. "Es un camino que, de año en año, hemos ido recorriendo y nuestro objetivo es tocar cada vez mejor, ser mejores músicos individuales, sonar mejor como banda, afinar más y que el espectáculo vaya cada vez más fluido. Vamos mejorando poco a poco, por ejemplo ahora los temas van mucho más seguidos, una cosa que creo que era importante de cara al público, que el show sea más dinámico".
Para la Gasteiz Big Band es una época clave, con disco y concepto nuevos y en ebullición. "Están sucediendo cosas. Hace un tiempo editamos el vinilo, un sello japonés compró varias copias, un señor de la BBC que tiene un programa de soul lo ha colgado en su top 10, en Sonideros (Radio3) también se están haciendo eco, hay DJs que lo están recibiendo como una gran sorpresa; están mostrando un gran interés fuera de nuestras fronteras...", relata. "Y esperamos que este disco sea una confirmación de esto que está sucediendo. Tenemos más ideas para ir tratando de mostrar que hemos dado con una manera muy peculiar e interesante de tocar, que está creando cierta expectación. Es un momento importante y hay que sudar la camiseta".
Otros que están en un instante mágico son los 57 niños de la Txiki Txiki, que hoy abren la velada. Lo que comenzó siendo un simple intercambio ha devenido en un encuentro de futuros músicos, en un foco de incipientes amistades, en una brillante promesa. Un poco de incertidumbre más -¡mucha mierda!- y un buen pedazo de incontenible emoción. "Yo creo que estarán concentrados; con los niños pasa casi siempre que se crecen en el escenario", vaticina Ana Isabel.
Gratis y al aire libre. Qué más se puede pedir salvo que no llueva. Los tres dittatores -"la política le ha dado un contenido a la palabra dictador muy negativo, pero el dictador es el que dicta"-, los tres directores se dejan llevar. La no-batuta vuela como una nota perdida que hoy se encuentra con muchas otras en el Jardín de Falerina. Berri, Gasteiz, Txiki Txiki... "Sólo el que espera vive", dijo Unamuno. Y muchos esperan lo que se vivirá hoy.