Vitoria. La puerta se abre una vez más. Igual que lo hace cada par de meses. Montehermoso sigue adelante en ese propósito compartido con la Facultad de Bellas Artes de la UPV de ser escenario y al mismo tiempo plataforma para aquellos jóvenes creadores que están alcanzando la meta final del camino hacia la profesionalización. Una oportunidad que ya ha aprovechado un buen número de artistas emergentes desde la puesta en marcha de este ciclo expositivo, bautizado como Next, en 2007.

Con el paso de las muestras, también el programa ha ido creciendo. Ya no sólo toma el ambigú del espacio de lo alto de la colina. Ha conquistado otra pequeña sala desde hace un tiempo. Y entre ambos lugares se van dando el relevo creadores de todas partes que han terminado confluyendo en la facultad ubicada en Leioa.

Es el caso, por ejemplo, de Noemi Iglesias Barrios y Al Fernández. Ella es asturiana. Él de Alicante. Los dos han hecho del País Vasco su casa actual, por lo menos mientras están formándose. Se conocen de antes. Y, desde ayer, comparten protagonismo en el centro gasteiztarra. Ella con Meriñán. Él con Geografía del tiempo, de A. G. Porta. Ambas exposiciones ya esperan al público. Y así lo harán hasta el próximo 25 de julio. Después, otros jóvenes artistas tomarán el relevo.

Pero eso ya llegará. Lo inmediato son estas dos propuestas diferentes en forma y fondo pero que los dos autores entienden que conviven a la perfección. Así por lo menos lo expresaron en la presentación de sus proyectos creativos, encuentro con los medios de comunicación en el que estuvieron acompañados por el director de Montehermoso, Arakis, y el decano de Bellas Artes, Josu Rekalde.

El ambigú recibe a Iglesias Barrios y su Meriñán. La exposición toma el nombre, y el punto de partida, de esta barriada situada en la localidad asturiana de La Felguera. Como tantos otros barrios obreros, fue levantado a finales de los años 50 para acoger a los operarios, y sus familias, de una central eléctrica cercana. Edificios, como suele ser habitual, construidos de aquella manera pero a los que sus habitantes supieron dar vida. Sin embargo, el paso del tiempo y el progreso terminaron por destruir estas casas. La fábrica necesitaba más espacio y sus planes de expansión pasaban por ocupar más suelo, lo cual llevó en 2004 a echar a los ciudadanos de sus pisos.

Esa es la historia. Y la artista se sirve de diferentes medios de expresión (desde la escultura hasta un par de planos arquitectónicos) para mirar a ese mundo ahora perdido y olvidado. Trozos de viejos azulejos, paredes con muescas, cristales... pedazos de lo que fue componen una exposición en la que, eso sí, no aparece de forma explícita el componente humano. "Es por respeto", explicó la autora.

Cerca del ambigú, en la otra sala dedicada a Next, se encuentran Fernández y su Geografía del tiempo, de A. G. Porta. En este caso, el origen del proyecto no está en la realidad, se encuentra entre las páginas de un libro, el mismo que da título a la muestra. No es, sin embargo, una traslación de la novela, sino la expresión de lo que al creador le ha ido surgiendo a través de la lectura.

El texto del autor catalán traslada al lector a un mundo en teoría imposible, a una ciudad con un único superviviente que pasa cada jornada entre cadáveres con la sensación de que todo se repite puesto que hasta el más mínimo detalle sucede cada día igual.

Partiendo de las letras, utilizando páginas de periódico lijadas, sus residuos y diferentes series de dibujos, el artista se centra sobre todo en la idea de la temporalidad. La exposición es el punto de llegada, aunque Fernández reconoció que para él lo importante ha sido el proceso, ese tiempo hasta llegar aquí, un camino que se ha ido haciendo a través de varias lecturas del libro en diferentes momentos.

Con la presencia de Noemi Iglesias Barrios y Al Fernández, Next presume además de una cifra redonda. Con sus muestras, el ciclo llega ya a las 20 exposiciones (que no artistas puesto que ha habido también participación de algunos colectivos). Un número que puede ser indiferente para algunos, pero que no deja de ser un buen indicativo de que la idea funciona. Sobre todo, porque son los propios creadores los que deben dar el primer paso si quieren participar.