Vitoria. Mide el tiempo, la temperatura, la distancia, la orientación... Pero no lo hace buscando respuestas o por lo menos no las obvias. No quiere encontrar una senda que lleve a un punto cardinal determinado esperando encontrar una llegada. Y no lo hace porque cualquier dirección lleva, al mismo tiempo, a ningún sitio y a todos. Con ese punto de partida, Guillem Bayo construye Sin norte, exposición que devuelve al joven artista catalán a los dominios de la galería Trayecto hasta el próximo 18 de junio, mientras, por cierto, una de sus obras está expuesta también en Artium dentro de la muestra sobre la colección permanente El tiempo que venga.

Sentido crítico y tecnología funden una vez más sus caminos de la mano del creador, que ocupa el espacio de la mano de varias instalaciones que tienen vida propia "y eso es bueno, pero también tiene su otro lado", comenta el artista divertido. Propuestas que, también en determinados momentos con el humor como instrumento, causan diferentes efectos como el del asombro ante lo que se ve.

Es el caso de la performance Ruleta Rusa, rodada en una calle de Madrid y cuyo resultado se muestra en la sala del Casco Viejo en forma de vídeo y fotografía. La idea, en principio, parece sencilla. Lo complicado es entender algunas de las reacciones que provoca entre los espectadores involuntarios. Bayo sitúa a un amigo suyo sobre una silla pidiendo dinero con un sombrero que está en el suelo. Mientras la gente pasa, el actor se apunta con una pistola a la sien. Si alguien echa una moneda, da una vuelta al tambor y otra vez a empezar. Todo ello mientras un grupo de música de personas del Este toca a unos metros también pidiendo. "Dice poco del ser humano, pero ahí también me incluyo yo", apunta Bayo.

La distancia ante lo que acontece da el relevo a otros momentos en los que el espacio y el tiempo juegan un papel que el artista propone al espectador a lo largo de un compendio de creaciones realizadas entre 2009 y 2010, salvo un vídeo datado en 2008. Es el caso, por ejemplo, de X-1, reloj en hora que, sin embargo, gira sobre sí mismo de tal modo que el segundero, aunque avanza, siempre apunta al mismo sitio.

No es la única obra que tiene al paso de las horas como señuelo. Reloj solar electrónico también usa al tiempo, pero en este caso se introducen otros factores a tener en cuenta como el concepto de sostenibilidad, una palabra que el creador asume que está del todo denostada en la sociedad actual.

Y así transcurre una exposición en la que ni se quiere ni se puede buscar un punto a donde llegar. Al final, son preguntas que asaltan, tal vez sin esperar una respuesta concreta, si el que la tienen. "La desorientación es algo que me llama la atención de forma poderosa", describe Guillem Bayo, que trae a Gasteiz también una de las piezas que, de la mano de Trayecto, mostró en la última edición de ARCO y que se titula, al igual que la muestra que ahora está en Vitoria, Sin norte.

Obras que, además, se disponen con una luz más baja de lo habitual en la sala gasteiztarra para favorecer el sentido de las creaciones. Instalaciones en las que la tecnología tiene un papel principal y eso que el artista reconoce que, aunque va aprendiendo "poco a poco", todavía no la domina.

Para acompañarle en la realización de algunas de las piezas que requieren mayor dominio de estos aspectos técnicos, el autor cuenta con la ayuda de Alejandro Maureira, ingeniero electrónico con el que comparte autoría en determinadas propuestas "y que es un buen amigo que me intenta enseñar".

Ahora, eso sí, es el momento del público, de que cada persona que se acerque a Trayecto lea sus propias conclusiones. Y ahí, también, habrá que ver si se llega a alguna parte. Incluso si es bueno alcanzar la meta, incluso si existe. Porque la brújula de Bayo apunta a todos los sitios y a ninguno.