Vitoria. Han abierto esa puerta que sólo se cruza una vez. Y han disparado. Lo incierto de la muerte es su instante, el momento en que nos reclamará a todos. Los fotógrafos Jaizki Fontaneda y Joserra Puelles han jugado a detenerlo, ha congelarlo en una colección de instantáneas que encuadran una reflexión. La que cada uno quiera realizar. Ellos ya tienen su opinión.
"Es una exposición optimista, aunque parezca que no", asegura Joserra. Y el humor negro parece planear por la sala. Ese mismo humor negro que ha detenido la vida de uno de los protagonistas en el cuarto oscuro. Otros trece, en formato díptico -escena y retrato- conforman el recorrido que acoge la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, bajo el título de Óbito súbito.
La idea surgió a raíz de una conversación entre los dos fotógrafos. Y, tras un año largo, se concreta en este recorrido de imágenes. Podría pensarse que captar el movimiento es más sencillo que captar cuerpos detenidos, pero "la elaboración de cada foto ha sido muy costosa", asegura Puelles. Elección de espacio, de protagonistas, de elementos, de encuadre, de temática. Muchas opciones para revelar a la dama de negro -siempre ausente, siempre presente- sin caer en obviedades.
La cuidada estética se confronta con la crudeza de las composiciones en ese juego reflexivo que propone el tándem. Lo esencial, en el apartado conceptual, era "presentar la muerte de una manera ambigua", porque lo inevitable destila aquí cataratas de incertidumbre. "Es algo que va a suceder, así que hay que vivir bien mientras se viva; no queríamos dar una lectura final, porque igual para la gente es otra", apunta Jaizki Fontaneda.
Silenciosas, solitarias, inquietantes, inevitables... Allegados de ambos autores son los que dan la cara -perdón, la nuca- en las fotografías. Muestran sin llegar a desvelar. Conocidos anónimos. "Era importante que las personas que apareciesen fuesen concretas, pero no personas en concreto; les caracterizamos para que no se pueda saber quien es, porque puede ser cualquier persona, puedes ser tú también", apunta Jaizki.
Es más difícil esperar al sol que conseguir un encuadre vacío de paseantes. Muchas de las piezas han sido tomadas al aire libre, lo que, lógicamente, sorprendía al peatón. "Muchas veces les llamaba la atención la situación, les creaba esa sensación de ¿ha pasado algo?".
Es precisamente lo que buscan los dos fotógrafos en esta muestra impulsada desde el Proyecto Amarika. Tratar de llamar al pensamiento, a la reflexión, quizás a una pequeña redefinición momentánea del espectador, que quizás pueda verse enmarcado en las piezas.
Unas piezas, las de este Óbito súbito, que entretejen entre sí pequeños juegos de intercomunicación, que crean un esquema, un pequeño universo recogido en un pequeño catálogo y en esta exposición, que permanecerá en la Casa de Cultura hasta el próximo 11 de junio. ¿Y más allá -y aquí no hay humor negro-? "Es complicado, pero estamos muy orgullosos del trabajo, así que haremos todo lo posible por moverlo", anticipa Joserra Puelles.
Como el carpe diem que parece sobrevolar la sala, la propia muestra es una oportunidad para estos dos artistas de compartir su objetivo -sus objetivos- con todo aquel que quiera acercarse hasta el espacio de La Florida. "Al fin y a la postre es de lo que se trata, de que puedan exponer el fruto de su trabajo", matiza la diputada de Cultura, Lorena López de Lacalle.
Hay muchos detalles en torno a los cuerpos detenidos. Paraguas que se lleva el aire, bolsas caídas, cosas a medio hacer. La muerte no elige su instante. Sólo llega. Por eso Jaizki y Joserra han tardado tanto en dar con sus formas. En plasmarla aún latente en escena para recordar que vivir es una carrera sin metas ni cronómetros. Apenas el pestañeo de una cámara. Y hay mucho que ver antes de cruzar la puerta que sólo se cruza una vez.