Málaga. La sección oficial del decimotercer Festival de Cine Español de Málaga enfiló ayer su recta final, con ocho de los once largometrajes en competición ya presentados, con la proyección de La vida empieza hoy, una comedia de la española Laura Mañá, y Rabia, un thriller del ecuatoriano Sebastián Cordero.

Mañá ha retratado en tono de comedia el sexo durante la vejez en su cuarta película, en la que un grupo de hombres y mujeres de la tercera edad asisten a clases de sexualidad y se enfrentan a la incomprensión de sus hijos, que se preguntan "si papá y mamá todavía hacen el amor". En el reparto están Pilar Bardem, Rosa María Sardá, Mariana Cordero, María Barranco, Sonsoles Benedicto, Lluis Marco, Fernando Tielve y los argentinos Eduardo Blanco y Osvaldo Santoro. El proyecto surgió cuando la coguionista, Alicia Luna, habló a Mañá de la existencia de unas clases de sexo para la tercera edad y la directora comprobó "que no eran unas clases de profesores y alumnos, sino de un grupo de personas que buscan estar acompañadas y aprender qué hacer con su tiempo".

"Las sensaciones no se jubilan nunca y somos sexuales desde que nacemos hasta que morimos", dijo Mañá, que cree que La vida empieza hoy comparte con sus otras películas "el optimismo y las ganas de vivir y de no perder el tiempo, porque no se sabe cuándo acaba la vida". Cuando escribía la historia, la directora tenía "miedo" de no "encontrar el tono justo", pero cree que el resultado es una película "delicada, respetuosa y nada didáctica". Con este tema del sexo en la vejez también podría "haber hecho un drama, pero habría sido otra película", según Mañá, que considera que en todos su filmes "está el humor" por encima de los temas que le "mueven" a escribir.

"rabia" Por su parte, Sebastián Cordero presentó Rabia, una adaptación de la novela homónima de Sergio Bizzio que se desarrolla en el ambiente claustrofóbico de una mansión familiar, con un reparto en el que figuran Concha Velasco, Icíar Bollaín, Álex Brendemühl y Xabier Elorriaga. Los protagonistas son la pareja formada por José María (Gustavo Sánchez Parra) y Rosa (Martina García), inmigrantes suramericanos ambos, albañil él y empleada doméstica ella. Un enfrentamiento de José María con su capataz termina con la muerte accidental de éste, y a partir de ese momento el protagonista se refugia en la mansión donde trabaja Rosa, sin contárselo a ella, y comienza allí una vida secreta.

Cuando leyó la novela, Cordero vio que tenía "un potencial cinematográfico gigante", afirmó ayer el director, que cree que, pese a tratarse de una adaptación, es entre sus tres películas la que siente "más personal y más cercana". En el libro estaba presente "una lucha de clases y una tensión del albañil y la empleada doméstica con la burguesía de la casa", y en la película lo ha llevado "un paso más allá" y ha querido "jugar con el contraste". Así, existe "de fondo" una "visión latinoamericana idealista del amor y la familia, que ve este idealismo muy cínicamente", añadió.