madrid. A pesar de que considera, humildemente, que "no ha contribuido en nada a la historia de la literatura de México", a José Emilio Pacheo (México Distrito Federal, 1939) le hubiera gustado "poder detener la violencia y la maldad". Lo dijo ayer en vísperas de la entrega, este viernes, del Cervantes. Tímido y mostrándose en todo momento sobrepasado por los acontecimientos -"nunca me he visto en esto. Parezco una estrella de cine", comentó al sentarse junto a la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde-, recorrió el origen de la escritura y el porqué escogió ser poeta.

El autor de Alta traición puso de manifiesto que la verdadera patria del hombre está en la infancia, como decía Rilke. Porque José Emilio Pacheco, que empezó a escribir narraciones a los 7 años y poesía a los 14, cree que la capacidad poética "es inherente a todos, va con el lenguaje y desde niño se tiene". En cuanto al oficio de escritor, Pacheco utilizó una palabra que hoy, dijo, se ha perdido: "vocación". "Sentir gusto por escribir, pero también les diré que soy poeta porque no sirvo para otra cosa".

El pesimismo de Pacheco es creciente por el aumento de la violencia cotidiana. "En mi país es devastador lo que ha pasado la última semana. Ciudad Juárez, que antes se llamaba la ciudad de la eterna primavera, ahora es la ciudad de la eterna balacera", dijo en referencia a los continuos crímenes en sus calles.

El escritor acaba de colocar en las librerías españolas un libro con los 14 poemarios escritos de 1958 a 2009, Tarde o Temprano (Tusquets), y su breve novela, objeto de culto en su país, Las batallas en el desierto.