ERA lo último que le faltaba a Nicolas Sarkozy: justo cuando el presidente francés atraviesa uno de los momentos más difíciles de su mandato, su padre publica unas memorias en las que se presenta como todo un Casanova húngaro. Y el libro de Pàl Sarkozy, de 81 años, no se caracteriza precisamente por el pudor. Aunque apenas participó en la educación del futuro presidente, hace gala de haberle dejado algo en herencia: "La mitad de sus raíces están plantadas en los Puszta, ángeles míos", recuerda a Nicolas y a sus otros cuatro hijos en referencia a las estepas húngaras.

La llegada del clan Sarkozy a Francia se debe a la Legión Extranjera, como escribe Pàl en Tant de vie (Tanta vida). La familia se exilió de Hungría a Austria durante la II Guerra Mundial. Pàl quiso ir a París, pero no recibió el visado y se alistó en la legión. Cuando fue destinado a Indochina, un médico compatriota suyo lo declaró inútil. Pàl aprendió así bien rápido el lema francés: libertad, igualdad, relaciones.

Con 20 años, pasó su primera noche en París al abrigo de una boca de metro cerca del Arco del Triunfo, a unos 200 metros del restaurante de lujo Fouquet"s, donde su hijo celebraría 60 años después la victoria en las presidenciales. Luego entró en contacto con la comunidad húngara en el exilio y comenzó a trabajar como dibujante publicitario. Buena parte de sus memorias están dedicadas a las mujeres: "Para decirlo como es: salté de una mujer a otra, como se pasa de un avión al siguiente", evoca el octogenario en el libro.

El catálogo de conquistas comienza por la niñera que le contaba historias para dormir, pasa por la secretaria de su jefe y llega hasta sus cuatro esposas. De éstas, a las tres primeras las dejó -con sus respectivos niños- por otras mujeres. Con la última lleva casado 40 años. Su primera mujer fue Dadou, hija de un judío converso de origen griego. Con ella tuvo sus primeros tres hijos, incluyendo al presidente.

Con 76 años, Sarkozy padre comenzó una nueva carrera como pintor. Crea con un amigo alemán obras de gran formato, combinando partes impresas y pintadas en un estilo mezcla de Pop Art, Dalí y kitsch. Entre sus cuadros hay uno de Nicolas con la Legión de Honor como pendiente y otro de Carla Bruni tocando la guitarra ligera de ropa. A fines de abril inaugurará su primera exposición en París, a pocos pasos del Elíseo. Pàl suele enviar a su hijo más conocido consejos no solicitados: "Creo que tendría una vida mucho más tranquila si no volviera a presentarse", señaló recientemente sobre las elecciones de 2012. Por el momento, no parece que el mandatario tenga ganas de escuchar esas palabras.