BILBAO. La fotografía es el futuro más importante y más fuerte que tiene el arte planteado en este momento". Alberto Schommer (Vitoria, 1928) ha entrado por la puerta grande en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Como lo hizo en el Centro Pompidou de París o en el Reina Sofía. Y es que el artista gasteiztarra, el único fotógrafo que forma parte de la Academia de San Fernando, es uno de los fotógrafos más destacados del panorama creativo de las últimas décadas.
A sus 81 años, Schommer sigue desbordando una gran vitalidad. El artista, que planea viajar a Mali, Brasil y China para capturar con su cámara la realidad cotidiana de estos países, confesó ayer en la presentación de la retrospectiva que le dedica el museo bilbaíno que en fotografía, "ha dado todo lo que creía que podía dar". Y se definió como "una persona que desea hacer una obra para los demás, para que los demás queden satisfechos con esa obra". Pero, a la vez aprovechó para lanzar un grito de advertencia a la sociedad: "Yo necesito que todo vaya bien. Lo necesito vitalmente. Y me duele que precisamente ahora, por ahí en el mundo, las cosas no funcionen demasiado bien. Me gustaría pegar un grito de advertencia diciendo: señores únanse por favor, apóyense, ayúdense para que todo vaya mucho mejor, entre ello el arte. El arte que es la quintaesencia, lo más hermoso que tiene la humanidad".
En vitoria
Sus primeras imágenes
Ayer, Schommer dejó su cámara en casa y fue él el que se convirtió en el objetivo de los fotógrafos. Acompañado por el director del museo, Javier Viar, el comisario de la exposición, Alejandro Castellote y Gorka Martínez, director de la Fundación BBK, patrocinadora de la exposición, realizó un recorrido por la exposición, que comienza precisamente con las primeras imágenes que tomó cuando todavía vivía en Gasteiz. "Fui pintor, medio arquitecto e hice películas y, al final, me di cuenta de que yo tenía que ser fotógrafo", rememoró Schommer. Su primer contacto con este mundo tuvo lugar en el estudio de su padre, Albrecht Schommer, un fotógrafo nacido en Hagen (Alemania) que abrió un estudio en la capital alavesa en 1922. Allí se familiarizó con el manejo de las cámaras de placas y realizó sus primeros retratos. En 1952 comenzó una breve etapa de formación fotográfica en Hamburgo, pero fue a su regreso a Gasteiz cuando tomó prestada una vieja Leica de su padre y empezó a recorrer la ciudad.
Atrapó las imágenes de la casa donde vivía, congeló los recuerdos de sus excursiones en bicicleta, las grandes nevadas de la ciudad, la Catedral de Santa María... "No sabía nada de fotografía, tan sólo lo hacía por instinto. Recorrí la ciudad de día y de noche, en invierno y en verano. Me atrapó. Enseguida descubrí que la fotografía era mi lenguaje y que lo que tenía que conseguir era hablar a través de ella con mi propia voz", rememora.
En 1958 se relacionó con AFAL, movimiento para la renovación de la fotografía española, y ese mismo año se trasladó a París para trabajar con Balenciaga, pero apenas un mes más tarde volvió a Gasteiz a petición de su padre. Son años de experimentación en los que practica el retrato, el bodegón y la fotografía documental.
A principios de los 60 abandonó definitivamente la pintura y aceptó sus primeros encargos para arquitectos como Francisco Sáenz de Oiza, entre otros. En 1965 abrió estudio en Madrid, pero no cortó su relación con Gasteiz ya que un año después fundaba con otros artistas alaveses el grupo Orain.
crónica de la transición
Retratos psicológicos
En 1972 el diario ABC le encargó una serie de retratos para el suplemento dominical que se convirtieron en una especie de crónica visual de la Transición. Schommer siempre ha pretendido transformar el mundo con su arte y no se quiso limitar a sacar la parte más amable del personaje. "Me propusieron hacer una serie de retratos a las mujeres bellas de la época, como se hacía entonces, pero yo dije que no. No había ido a Madrid para hacer eso, quería acusar al régimen franquista", explicó.
Su forma de abordar el retrato tendrá gran repercusión durante los años setenta y ochenta, y sus fotografías se convertirán en una especie de crónica visual de la Transición, según explicó Alejandro Castellote. Una de las anécdotas más repetidas sobre la serie se refiere al retrato de Gregorio López Bravo, entonces ministro de Franco. Schommer le hizo posar con un bebé entre los brazos simbolizando el futuro. Cuando el dictador vio el retrato psicológico de López Bravo prohibió a sus ministros que posaran para este "fotógrafo extranjero".
Este retrato no se puede ver en Bilbao, pero sí algunos de sus más famosos como el de Salvador Dalí, José Hierro, José Luis López Vázquez, Carlos Saura... En todos ellos, Schommer consiguió mirar más allá y capturar su alma.
Entre 1973 y 1974 realizó sus primeras cascografías, técnica de su invención que aprovecha las posibilidades formales resultantes de la deformación del papel fotográfico. Con el tiempo, este procedimiento evolucionará hasta formar una serie de esculturas que incorporan a la fotografía la tercera dimensión. En Bilbao se exponen algunas de las más conocidas, como la de José Hierro, Adán, Eva...
Sus ciudades guardan también un lugar de honor en la exposición. El veterano fotógrafo ha viajado por medio mundo: La Habana, Nueva York, Buenos Aires, Shanghai, París, Berlín, paisajes urbanos a los que ha detenido en instantes increíblemente bellos, que asombran al visitante. Alberto Schommer confesó ayer que está pensando en volver a coger sus cámaras para "hacer algo que no he hecho hasta ahora. Tengo en mente viajar a China donde creo que podría realizar un trabajo con el que de alguna forma nos demos cuenta de cómo es el país asiático. También estoy considerando visitar Brasilia para estudiar factores urbanísticos y humanos de la capital brasileña. Y también me gustaría poder viajar y retratar a Mali, que se encuentra en estos momentos en mano de dirigentes atroces y con graves problemas de todo tipo".
De los miles y miles de negativos que guarda en su casa, se ha realizado una cuidada selección de cien fotografías, que revisan los 57 años de su trayectoria.
Esta interesante retrospectiva puede verse hasta el próximo 16 de mayo, en el Museo de Bellas Artes de la capital vizcaína.