Vitoria. De vez en cuando sale de su casa para tomar otros espacios expositivos. La Escuela de Artes y Oficios siempre muestra inquietud dentro de sus paredes pero un par de veces al año abandona su particular galería (compuesta por tres espacios abiertos tanto a alumnos como a artistas invitados) para caminar por otras zonas de la ciudad. En esta ocasión, el centro regresa a la sala Luis de Ajuria, un lugar que ya conoce gracias a trabajos anteriores como Protocolos de envejecimiento. Y lo hace de la mano de la exposición La presencia del otro, que se inaugura hoy y permanecerá abierta hasta el día 28.
Fotografía y vídeo se dan la mano en este recorrido visual y vital, una mirada colectiva pero al mismo tiempo individualizada hacia lo que representan para cada uno tanto los demás como lo demás. Y es que a los autores sólo se les ha puesto dos condiciones. Primero, la temática, ese título de la exposición que fue lanzado el pasado mes de octubre como un reto, un guante para quien lo quiera recoger. Segundo, el tamaño de las imágenes o la duración de las producciones audiovisuales, para dar una cierta coherencia a la oferta artística en su conjunto.
Y los estudiantes de los últimos cursos de Artes y Oficios no se han retraído, no se han sentido intimidados por el desafío, no se han escondido en el refugio del aula. Han dado un paso hacia adelante para demostrar que la formación recibida da sus frutos, que son artistas inquietos.
De hecho, son más de 70 las personas que toman parte en esta muestra (52 fotógrafos y 19 creadores audiovisuales). Eso sí, muchos de ellos no son nuevos en mostrarse. Ya tienen experiencia. "Es importante exponer en Artes y Oficios pero salir de allí es interesante para nosotros, es un paso necesario y de agradecer", dice Ángel Domínguez, uno de los participantes en este trabajo colectivo junto a nombres como el de Yone Estivariz, quien comparte el papel de representar al resto de compañeros a la hora de contextualizar la exposición.
De todas formas, pocas palabras se pueden añadir. Porque más allá de la temática o de los formatos, cada uno de los trabajos es casi como un pequeño mundo. No hay límite a lo analógico o lo digital, al blanco y negro o al color, a... La diversidad de estilos y técnicas es, en realidad, casi la única cosa en común entre todos.
Claro que nada de esto tiene sentido sin el otro, en este caso, el espectador, el visitante, el ojo que mira a los que han observado a través de su cámara de vídeo o fotografía. "Estamos animados porque en ocasiones anteriores hemos conseguido atraer a mucha gente y generar buenas críticas", dice Juan Arrosagaray, uno de los culpables de embarcar a los estudiantes de Artes y Oficios en esta gran aventura expositiva.
El trabajo empezó en otoño. Ahora cristaliza en invierno. Algunos reconocen que casi lo han dejado para el último momento. Da igual. Las creaciones ya están a la vista y su intrahistoria quedará para sus autores.
Eso sí, Artes y Oficios no se detiene. Es casi su lema. Mientras siguen las exposiciones en su interior y esta muestra se puede ver en la sala Luis de Ajuria, el centro ya mira a junio. Para entonces está ideando volver a colaborar con Artium como ya lo hiciera en 2009. Pero también tiene otra cita en cartera. Una nueva muestra pero esta vez en la sala del Archivo en colaboración con el Proyecto Amarika.