¿Se ha quitado ya el casco de obra?

Estamos a punto. Teníamos que hacer unas cuantas reformas para adecuar el edificio, sobre todo, a la normativa en materia de seguridad. Y hemos aprovechado para amoldar los espacios a los nuevos usos que le estamos dando al centro porque no hay que olvidar que este inmueble estaba diseñado para acoger oficinas. Así que hemos compaginado todo y a eso se ha añadido la restauración de la sala Ortuño. Pero para el 31 de diciembre, que es cuando se acaba el Plan E, estará todo terminado.

No le veo a Arakis escribiendo la carta al Olentzero o a los Reyes Magos, pero si lo hiciese...

No he escrito nunca esa carta. Soy ateo y ese tipo de costumbres no me interesan mucho. Además, me molesta bastante este ritual social que hemos construido en torno a la idea de la Navidad, que es, básicamente, una operación comercial que poco tiene que ver con los buenos deseos. Dicho lo cual, es una época que está bien porque la gente se junta con los suyos y aprovecha estos días para descansar.

...¿qué pediría para esta casa?

Haciendo un balance de estos dos años, estoy muy, pero muy contento. Hemos hecho una tarea sólida, coherente, creíble y que además ha tenido un gran eco tanto en el contexto inmediato como en el estatal e internacional. Para 2010 tenemos una programación fantástica con el equipamiento al 100% así que al nuevo año sólo le pido que las cosas vayan igual.

Será un tercer año con el nuevo proyecto en marcha. ¿Todos los mecanismos ya controlados? ¿Ya va todo, como se suele decir, rodado?

A veces lo que no se suele visualizar desde fuera es el trabajo interno. Hemos formado un equipo que está muy cohesionado, en el que todas (y digo todas porque mayoritariamente son mujeres) creemos en el proyecto. Están metiendo muchas horas, más de las que cobran. La labor se puede ver y es muy gratificante observar la respuesta que estamos obteniendo. Yo, por ejemplo, estuve en octubre en la University College London abriendo el programa de historia del arte y allí me di cuenta de que las cosas van realmente bien. Este hecho, junto con otros, hay que leerlos como lo que son, es decir, tienen que ver con el prestigio que está adquiriendo Montehermoso fuera de nuestra fronteras. Dentro también. Y va muy bien y eso que no era fácil romper la primera lanza en pro de la igualdad de los hombres y las mujeres en el ámbito de la cultura. Constatar que eso no es ninguna quimera es un placer. Estamos en el siglo XXI y tenemos que actualizarnos. Es cierto que hemos encontrado resistencias, pero seguimos trabajando. Cuando llegamos teníamos muy claro qué política cultural queríamos hacer en este equipamiento.

¿En qué sentido?

Sabíamos que gran parte de las ofertas culturales tienen que ver con el entretenimiento, con el ocio, y que pocas están relacionadas con la producción del conocimiento, que es mucho más difícil. Hemos apostado de forma radical por ofrecer un discurso que tenga más que ver con un sujeto cultivado que con un sujeto entretenido. Es la visión del arte que compartimos y que nos interesa tanto a nosotras como a los y las artistas, comisarios y comisarias y demás agentes. Es un lenguaje que ayuda a ver lo que se suele ocultar en los discursos hegemónicos, es analizarnos y pensarnos como sociedades y como individuos. Buscamos desvelar lo que suele quedar tapado en el día a día por el presentismo en el que estamos instalados, donde todo es inmediato y actual, donde aceptamos las cosas como naturales sin pensar que todo tiene una historia. El arte es una herramienta muy útil para enriquecernos como seres humanos, para detener esta histeria contemporánea, para hacer un impasse y hacer el ejercicio de reflexionar a dónde vamos tan rápido.

Hablaba de que se han encontrado con resistencias. ¿De qué tipo?

Las conquistas sociales no suelen ser gratis. Lo que es paradójico es que en el siglo XXI, teniendo una Ley de Igualdad tanto a nivel autonómico como estatal, nadie hubiera dado un paso en este sentido dentro el arte. La gente suele estar anclada en determinadas posturas y a veces le cuesta hacer autocrítica y aceptar que igual no se están haciendo las cosas bien. La historia del feminismo son 300 años de resistencias estructurales. Es la resistencia a aceptar que las mujeres y los hombres son iguales.

Alguien atraviesa la puerta de Montehermoso y ¿qué espera que pase?

Esperas lo que puedes obtener en cualquier otro centro de arte, cultura y pensamiento contemporáneo, es decir, ir a dedicarle un tiempo a una parte de ti mismo que tiene que ver con la creatividad, la reflexión, la crítica... La experiencia del arte tiene que ver con acercarte a una parte del ser humano que es interesante. Pierre Bourdieu hablaba del capital cultural y decía que es aquello que tienen ciertos seres humanos para producir y consumir el arte contemporáneo. Ante eso hay varias posturas. Hay quien ha tendido, en busca de la democratización de la cultura, a rebajar o aniquilar ese concepto de capital cultural. Pero eso deviene, como hablábamos antes, sólo en un sujeto entretenido, en un individuo infantilizado que tiene deseos inmediatos que debe satisfacer de forma inmediata. Cambiar eso es un trabajo en sí mismo y esa es nuestra labor, es decir, democratizar sí pero sin rebajar el valor de la cultura. Es muy peligroso en estos tiempos globalizados y automatizados tener una sociedad entretenida frente a una sociedad cultivada con las herramientas suficientes para tomar sus propias decisiones. El arte también se ocupa, o por lo menos una parte, de estas cuestiones. Y eso es lo que nos interesa en Montehermoso: la producción del conocimiento y no tanto del entretenimiento.

¿Cuáles son los puntos fuertes de este centro y cuáles los débiles?

Nuestro punto fuerte es tener claro lo que queremos hacer y ser muy realistas con respecto a las posibilidades que tenemos. Tenemos una programación coherente y sensata. ¿Débiles? Todo se puede mejorar, pero no se me ocurre algo concreto.

Hay un punto importante cada año que es el programa de becas, una apuesta que se ha ido mejorando. ¿Ha llegado la fórmula idónea?

Tenemos los objetivos claros pero también que el proyecto está abierto. Así que a cada paso hemos ido puliendo cuestiones. Pero estamos muy contentas con esta línea. Por ejemplo, no es muy frecuente que se den becas sobre investigación en torno al arte. Ahí está Montehermoso. Y así en más apartados. Cada año tenemos más solicitudes. En la última convocatoria recibimos 500 peticiones de 23 nacionalidades diferentes. Eso dice mucho de cómo se ve la institución. Es un gran orgullo ver que la cosa funciona, que tenemos proyectos que reciben buenas críticas, que poseen repercusión fuera. Estamos muy contentas de trabajar tanto y de habernos conocido (risas).

Llega el momento de hacer presupuestos y con la crisis...

Aquí somos muy pragmáticas. Que tienes diez, pues programas diez. Que tenemos que reajustar el presupuesto porque a la gente le está tocando lo mismo en su vida privada y profesional, pues nos apretamos el cinturón y no pasa nada.