Hablábamos el otro día de los derechos de autor. Un asunto que, años ha, estaba en boca de pocos pero que hoy en día -con esto de la piratería y de las descargas en Internet- se ha convertido en tema universal: se habla de ello en los bares, en las colas de autobús y hasta en las panaderías. Y es que cada vez que compramos un CD o un DVD nos aplican un canon; es decir: pagamos una cantidad de dinero que -nos dicen- compensa a los autores por la posible copia de una canción o una película efectuada con esos soportes de grabación. Pero ahora nos quieren cobrar otro canon por el "posible uso ilícito" de Internet, pues según algunos -esos "algunos" que tienen poder para sacarnos los cuartos-, todos usamos ese medio para piratear música, películas? En definitiva: parecer ser que estamos matando de hambre a los pobres autores. Aunque el otro día llegábamos a la conclusión de que con el pago de un canon, más que indemnizar a los menesterosos autores, lo que estamos haciendo es indemnizar a las pobres multinacionales del mundo del entretenimiento, del ocio y de la cultura. Indemnizarlas por no ganar miles de millones de euros al año, sino sólo unos pocos cientos de millones. Decíamos también que la mayoría de los autores ceden sus derechos por cuatro cuartos a esas multinacionales, muchas veces obligados por la necesidad, otras por el afán de fama (que también para algunos es una necesidad), y que en las que en la mayoría de las ocasiones sólo reciben una parte infinitesimal de los beneficios. Y es que un servidor no entiende por qué todos tenemos que pagar un canon -un impuesto indirecto, en definitiva- para que unos pocos músicos sigan siendo millonarios y unas pocas multinacionales no adelgacen en exceso sus grandiosos beneficios. Se quejan de que con Internet algunos se bajan por la cara la música de un autor. Y quieren que paguemos por ello? todos. Pero es que hoy en día hay miles de músicos, que no desean ser ricos sino -cosa extraña- sólo hacer buena música y que mucha gente disfrute con ella: hay autores que cuelgan sus composiciones gratis para que cualquiera pueda bajárselas. Y éste también es un fenómeno de rabiosa actualidad. Realmente a mí me gustaría que los artistas beneficiados por el pago de tal o cual canon, fueran éstos y no los otros. Porque todos conocemos casos de escritores, músicos, artistas que después de trabajar toda su vida han vivido sus últimos años rozando la indigencia. La cuestión es la siguiente: se está acabando el supernegocio de la música. Y eso, está bien. Porque no entiendo por qué todo músico que se precie hoy tiene que ser rico. Me parece bien que gane su dinero con sus creaciones. Pero yo, pagando un canon, un impuesto, no quiero costear el palacete de nadie. Quiero pagar, sí. Pero en su justa medida. ¿Y cómo se mide eso? No lo sé. Pero para eso están los políticos. Para resolver problemas. Los de todos los ciudadanos, no sólo de las cuatro multinacionales ni de los cuatro artistas millonarios de turno.