anoche, en el último bis, a punto de finalizar el primero de sus recitales en un abarrotado BEC, sonó Qué necesario es el rock&roll, una de las últimas canciones de Fito y Fitipaldis. El necesario es él, pequeño gran hombre capaz de reventar escenarios con canciones sencillas y sinceras, y de vender estribillos mayoritarios a ritmo de baladas sentidas, rock y blues. Como se preveía, el primero de sus recitales en Barakaldo (repite el lunes) fue un auténtico éxito, en el que el público, alrededor de 17.000 fans que abarrotaron el recinto, se dejó las gargantas repasando clásicos como Soldadito marinero y las tonadas reciente de su ya exitoso último disco.

Hacía apenas 20 horas que se había bajado de un escenario en Burgos, pero Fito Cabrales salió como una moto -una de esas por las que se pirra- en BEC. La cita era a las diez de la noche. Uno, dos, tres, cuatro... Cuestión de escasos segundos y el pabellón ya había explotado con Antes de que cuente diez, el tema homónimo de su último disco. "La vida se nos va como el humo de ese tren...", empezaron a competir cantando con el bilbaíno bajo el escenario los fans más jóvenes, enlazando con el estribillo de Un buen castigo, cruce de Dire Straits y el viejo blues. "El mejor de los pecados, el haberte conocido", siguió la peña, intergeneracional, pero mayoritariamente veinteañera.

Fuera hacía un frío glaciar. Sólo faltaban los lobos. Mejor, los osos polares. Pero cuando sonó Por la boca vive el pez, el BEC era una olla a presión. Caldeada y caliente, en plena ebullición, a lo que contribuyó Como pollo sin cabeza, con ritmo country rock y el duelo de guitarras entre el bilbaíno y Carlos Raya, un máquina capaz de acariciar o maltratatar, según el caso, cualquier tipo de mástil. En este caso, con la slide ofreciendo un aire campero. Por cierto, Fito depositó en su cabeza, como siempre, una gorra. Y los pitillos en el clavijero de su guitarra, echando humo. Una calada aquí, un chupito allí. Para calentar la garganta. Y el estómago.

Debajo estaban más que calientes cuando el escenario les devolvió Me equivocaría otra vez y su inicial "se torció el camino, tú ya sabes que no puedo volver...". De equivocación, nada. Ninguno lo dudó, habían acertado de pleno. Estaban allí, frente a un Fito que se gasta pocos euros en ropa. Le basta con unos vaqueros y camisetas molonas y rockistas. Prefiere invertir en sonar bien. Cada verso de Todo a cien, su versión de La Cabra Mecánica, se escuchó con claridad gracias a los 70.000 vatios de sonido proyectados por los bafles. Igual sucedió con el rítmico Viene y va, y con el baladón 14 vidas son dos gatos.

Visualmente, Fito también lleva lo mejor. En iluminación, propone 28.000 vatios, con 80 luces móviles y convencionales, y hasta en el graderío más lejano de BEC se advertían sus evoluciones y las de sus músicos. Ayudaron bastante las pantallas, enormes pero fraccionadas y situadas tras el escenario, en la que pudo ver al principio las vicisitudes que unos Fitipaldis trasladados al universo del cómic se encontraban antes de llegar al concierto.

Alternando canciones recientes con otras más lejanas, Fito, que alabó a su banda, donde también sobresalieron los solos de saxo de Javi Alzola y las teclas de Joserra Senperena, volvió a mostrar que es un buen tipo. Y es que sacó a Lichis a escena para compartir con él Barra americana. Después de todo, ambos las conocen bien. Antes, había hecho un guiño a Los Secretos de Quiero beber hasta perder el control, y después lo haría a Extremoduro con Deltoya, justo antes de derretir los corazones más tiernos con Soldadito marinero y abandonar el escenario por vez primera.

guiño a platero y tú En los bises, que se iniciaron ya cerrada esta edición, estaba previsto que interpretara, totalmente en solitario, la inolvidable Al cantar, con imágenes de su grupo anterior, Platero y Tú, proyectadas en la pantalla y destinada a los maduritos y rockeros. "No es placer, es necesidad...", cantaría él, únicamente con el apoyo de la guitarra eléctrica, entre el alborozo del público.

En la recta final, seguro que logró hacer realidad los sueños de sus seguidores con clásicos como Abrazado a la tristeza, Corazón oxidado y, ya en el segundo bis, el citado Qué necesario es el rock&roll -con proyección de portadas de discos de Kinks, AC/DC, Elvis, Siniestro Total, Miguel Ríos, Status Quo, los Purple, M-Clan...- y un Acabo de llegar que sonaría casi a las dos horas y media de concierto. "Mi canción que nace del fracaso...", se oyó anoche en BEC. La verdad, fue todo un éxito. Fito será un peso pluma, pero su pegada sigue siendo brutal. Y el lunes repetirá K.O. Seguro.

Parafraseando a Lichis, a todos nos gustan las historias con final feliz. Por eso, nos alegramos de que el adiós de La Cabra Mecánica tras 15 años de pelea, censuras diversas y escenarios diversos, sea de fábula y se produzca ante miles de personas gracias a Fito, que les ha elegido como "grupo invitado, que no telonero" de su gira actual. Y es que se lo merecen, como se pudo comprobar en la justita hora de concierto de ayer en BEC, en la que calentaron el terreno antes de la estrella de la velada. Lichis sigue siendo un casta, con un verbo irónico, surrealista y costumbrista que divierte, critica o emociona, según la canción. Temas como "Felicidad" -"qué bonitos ojos tienes..."-, "Pinocho", "La maceta", "La fábula del hombre lobo y la mujer pantera", "Gracias por nada", algunas nuevas y magníficas como "Valientes" y la inevitable "La lista de la compra", su mayor éxito, con recuerdo incluido a la enorme María Jiménez, sonaron ante un público que prestó cierta atención a su mezcla de rock de los 60 y 70, baladas, rap, rumba, reggae, salsa y jazz a medida que se iba acercando al pabellón.