Vitoria. Cuando llegó a Ahaggar, Tato Edroso se sintió, de alguna manera, como en casa. "En Pasajes de San Pedro somos gente acostumbrada al horizonte y, cuando llegué, percibí eso, me sentí identificado, con esa sensación de libertad", recuerda. Esas sensaciones del desierto argelino son las que trata de reflejar su muestra fotográfica en Ataria. Y el libro -con lenguajes más diversos- que puede encontrarse en Zuloa y Anegón.

Lleva un cuarto de siglo filmando documentales por todo el mundo. Este último año ha estado en Nepal, Colombia, Micronesia o siguiendo la actividad de un barco quirófano por el Mecong. Pero, en esos viajes, alimentaba ya un sueño, autoeditar su propio proyecto, que ya es un "sueño" hecho realidad, bajo el título de Ahaggar... tuve un sueño.

La voz de una niña, con acento onírico, es el hilo conductor de esta singular mezcla de disciplinas. En la bilingüe propuesta de Edroso tienen sitio fotografías, poesías, textos y acuarelas "pintadas con las manos", que se convierten, en conjunto, en un singular diario de viaje por el sur de Argelia, cercanas ya las fronteras con Mali y Libia.

Imposibles monolitos de tierra arraigados en la arena son las sugerentes formas que se cuelan en los paisajes montañosos, en los horizontes, en esta tierra de tuaregs en la que se aventuró hace ahora ocho años. "Era una asignatura pendiente desde tiempo atrás y, cuando acabó la guerra, fuimos el primer grupo en entrar". Hay fotografías de aquella primera incursión. También de la que ha hecho este mismo año, muy diferente. La hambruna volatilizó los campamentos nómadas, pero dejó "la paz, la tranquilidad y la armonía" que tratan de contener sus imágenes. Mientras prepara su proyecto sobre los bereberes de Marruecos, su silencio habla desde estas páginas.