Madrid. El actor Paul Naschy, famoso por sus interpretacones en películas de terror de los años 60 y 70, en títulos como La marca del hombre lobo o La noche de Valpurgis, falleció en la noche del lunes al martes en Madrid a la edad de 75 años, como consecuencia de un cáncer, según confirmó su hijo, Sergio Molina.
La capilla ardiente con sus restos mortales se abrió ayer en el tanatorio madrileño de la M-30 y el actor será enterrado hoy después del mediodía en Burgos, localidad natal de su esposa, Elvira, y en donde él vivió una etapa durante su infancia. La muerte, a los 75 años, de Paul Naschy deja al género cinematográfico de terror huérfano de uno de sus más prolíficos actores y directores, que por doce veces se puso en la piel del hombre lobo, pero sin dejar de lado a Drácula, Mr Hyde y el Fantasma de la Ópera, además de otros jorobados y momias. Naschy, madrileño y de nombre real Jacinto Molina Álvarez, era apodado el Boris Karloff español, aunque le costó décadas lograr el reconocimiento en su país, donde hasta 2001 no recibió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, mientras en el extranjero sus seguidores ya eran legión. El cineasta, máximo creador español de cine fantástico y de terror, nació en Madrid el 6 de septiembre de 1934. Estudió Arquitectura en Barcelona, fue diseñador de cubiertas para discográficas, dibujante de cómic, escritor de novelas del Oeste bajo seudónimo y siete veces campeón de España de halterofilia, pero el cine no tardó en hacerse presente en su vida: actuó como extra en Rey de Reyes (1961), 55 días en Pekín (1963) y El último gladiador (1964) y tuvo un papel más amplio en Agonizando en el crimen (1967).
Pero no fue hasta 1968 cuando debutó como protagonista en el filme de Enrique Eguíluz La marca del hombre lobo, un personaje que marcó su trayectoria y que el actor llegó a encarnar una docena de veces. Además de licántropos, Naschy encarnó todo un plantel de personajes fantásticos: vampiros, jorobados, momias, demonios y zombis, sin dejar de lado sus facetas de director y guionista, que aplicó en muchas de sus cintas. Pese a su dedicación al género, tuvo tiempo también para otras ramas como la comedia, acción, aventuras y policíaca. Así lo demuestran filmes como La batalla del porro (1982), de Joan Minguell; El último kamikaze (1984), dirigida por él mismo, o Aquí huele a muerto (1990). También tocó el género documental a raíz de una estancia de seis años en Japón en los ochenta y durante la cual realizó media docena de cintas sobre la cultura española, con títulos como El Museo del Prado o Las cuevas de Altamira.
En octubre de este año había finalizado el rodaje de La herencia de Valdemar, que se estrenará en enero, mientras que la cinta Empusa se encontraba en fase de posproducción. Además, en las últimas semanas estaba previsto que comenzara a trabajar en El apóstol, filme animado en el que un marionetizado Naschy iba a interpretar a un siniestro sacerdote.