Participó en la primera edición de Inmersiones pero en otro papel bien distinto. Ahora le toca estar al frente de todo el programa.

Tengo muchas ganas. Es un proyecto que me emocionó mucho. Iñaki Larrimbe hizo un trabajo muy bueno el año pasado, configurando una propuesta muy fresca y potente, en el sentido de que supone crear un foro entre los propios artistas que en otro contexto no existe. Se generó un punto un tanto familiar que me encantó. Cuando me llamaron para hacerme responsable de esta segunda edición, la idea me gustó mucho. Me sentí feliz y encantada. Pero, al mismo tiempo, también me dio un poco de miedo, de responsabilidad. Me dije: tengo que hacer algo bien, que no desmerezca todo lo bueno que se hizo el año pasado. Mejorar la propuesta me parece muy pero que muy difícil. Larrimbe dio a Inmersiones un algo especial que no sé si voy a ser capaz de repetir.

Un nuevo paso de un programa que tal vez a mucha gente le resulte extraño puesto que lo que aquí se presentan no son creaciones ya terminadas, si no proyectos e ideas. ¿Por qué es necesario que exista algo como esto?

Porque normalmente el mercado del arte, o por lo menos todos los contextos del arte que vemos, tienen que ver con piezas acabadas. Es decir, no conocemos ni los procesos de los artistas ni tenemos acceso a ese previo antes de la exposición de una obra, aunque ahora empiezan a darse algunas excepciones. Inmersiones ofrece un lugar a los artistas para que puedan enseñar lo que hacen y cómo lo hacen. Y, sobre todo, que lo expliquen ellos mismos, no el texto de un museo. Aquí puedes tener un contacto directo y preguntar al artista, que es algo que me parece que es de lo más interesante que te puede pasar dentro del mundo de la creación. Todo eso que pasa en Inmersiones es único. En este mercado del arte se busca una obra cerrada, vendible y como muy objetual.

Lo curioso es que se entiende casi siempre al artista como una isla.

Sí, pero es que el propio creador también se aísla. Por eso este encuentro es tan bueno. Por lo general, los artistas de una ciudad saben qué está haciendo el otro pero no conocen cómo trabaja, ni la razón por la que hace unas cosas así y no de otra forma, ni... Para la propia comunidad artística, este tipo de foros es muy bueno porque es como los congresos de medicina, donde un médico le explica al otro qué está investigando, qué camino está siguiendo en este campo... Yo lo veo igual. Cuando estás metido en tu trabajo, muchas veces no te enteras de lo que sucede fuera. Por eso, esos congresos o este foro son tan importantes.

¿Y el público? ¿Qué puede encontrar aquí, por ejemplo, si acude el próximo sábado a la segunda jornada de presentaciones?

Yo veo muy interesante que la gente que no es del propio contexto artístico venga para entender lo que es el arte más puro o por lo menos, cómo es el día a día. Muchas veces, los contextos del arte están muy sacralizados, pero en realidad la creación está en muchos lugares y se presenta de muy diferentes formas. Aquí van a ver, además, una exposición que es resultado de un fin de semana de reunión de artistas. También pueden consultar los dossiers de cada autor. Entiendo que a la gente le pueda dar cierto rechazo o causar un poco de pereza entrar en este tipo de iniciativas, pero es una propuesta que considero que también puede ser positiva para el ciudadano.

Otra pata, por así decirlo, de Inmersiones es la complicidad de los agentes culturales públicos y privados. ¿Para ellos también es interesante este contacto o muchas veces prefieren ellos seleccionar a un artista y centrarse en él?

Depende un poco de cada uno. Hay muchos gestores que están a pie de calle. Ellos vienen también a Inmersiones porque tienen interés en seguir palpando qué es lo que pasa. Pero hay comisarios o agentes que, como decías, prefieren buscar y seleccionar sus propias apuestas y ya está. Personalmente, me parece más interesante la fórmula que nosotros proponemos. Es una cuestión, al final, de la actitud de cada uno.

Parece un poco extraño que en Euskal Herria no existan foros de encuentro parecidos.

Pero ni hay en Euskal Herria, ni en otros lugares. Lo que es inusual es que el área de Cultura de la Diputación alavesa tenga esa inquietud, que haya hecho la apuesta por el Proyecto Amarika, por su asamblea, por el consejo. Si fuera de este territorio, estaría orgullosa. De hecho, lo estoy como vasca. Es un modelo de gestión único.

Lo preguntaba porque hay centros culturales, museos, becas... Es decir, a las instituciones les gusta vender que hacen cultura.

Pero es que algo como el Proyecto Amarika es muy difícil de vender. Para lo público es mucho más sencillo vender un museo porque es más espectacular que un evento como Inmersiones. Tiene que ver con la cultura del espectáculo o con lo mediático. Por eso lo que se está haciendo en Álava me parece más interesante, porque los políticos dejan la gestión cultural en manos de quien realmente sabe. Es una suerte increíble.

Después de todo este proceso, llegará, a principios del próximo año, una iniciativa nueva en esta segunda edición que es esa gira planteada por diferentes puntos del Estado para presentar a los artistas participantes en Inmersiones. ¿Cómo se ha planteado?

El objetivo es que se establezcan relaciones y colaboraciones entre esos agentes culturales y los creadores que nosotros llevamos. Acudiremos con el dossier de Inmersiones pero con más información de lo que suele ser habitual de cada artista para darles la mayor difusión posible. Ahora hemos empezado a hacer los contactos para coordinar agendas y visitas, aunque todavía estamos un poco al inicio de todo ese proceso.

Ese paso será, en realidad, el último de un proceso que comenzó hace un par de fines de semana con un taller-convivencia entre artistas y paisajistas en Etxabarri-Ibiña que fue ¿cómo?

Funcionó genial. Estamos muy contentos porque entre ellos han conectado muy bien. Entre los artistas y los paisajistas se estableció una relación especial que, de hecho, ya nos han comentado que se va a traducir en futuros proyectos.

En épocas de crisis como la actual, en la que la cultura suele ser siempre la primera pagana en los presupuestos públicos, ¿qué queda; imaginación, colaboración...?

Sí, claro, son dos conceptos muy necesarios porque no todo se resume en euros. Hombre, el dinero hace falta. Eso es algo evidente. Cortar por cultura es un gran error. Pero bueno, es lo que suele pasar siempre.