Cuando la congresista republicana ultraconservadora Marjorie Taylor Greene afirmó que Trump se une a algunas de las personas más increíbles de la historia que han sido arrestadas, realizó una comparación curiosa uniendo el procesamiento de Trump al que sufrieron Nelson Mandela o Jesucristo. Afirmó: “Nelson Mandela fue arrestado, cumplió condena en prisión. ¡Jesús! Jesús fue arrestado y asesinado”.

El club de Trump

La comparación con Nelson Mandela no parece muy razonable, cuando hoy sabemos que Trump prohibió contratar trabajadores negros en sus empresas. La comparación con Jesucristo también es discutible, pues la vida libertina de Trump no parece deducirse en el caso de Jesucristo de los textos evangélicos.

Viene a colación este título por la reflexión de los politólogos más lúcidos de USA, que definen a Trump como el presidente de un club donde solo caben millonarios, presidentes de multinacionales, pastores evangelistas, la asociación del rifle y, por lo que se ve, prostitutas o actrices porno.

En Estados Unidos las opciones son dos: la de los que quieren construir un país, normalmente los miembros del Partido Demócrata, aunque sean mayores, aunque se les considere parte de un sistema que ha gobernado históricamente Estados Unidos a través del check and balances. Estos, al menos, no recurren sistemáticamente a los instintos más básicos y primitivos de un país nuevo en la historia pero con la pulsión democrática surgida de la liberación colonial.

La otra USA, la de Trump, es la basada en la mentira, la demagogia, la corrupción y la deshonestidad a la hora de concebir la política, catalizando el desasosiego de muchos ciudadanos. Trump castiga a un país en donde las clases medias están desapareciendo. Pudimos ver en la televisión cómo un personaje gordo y barbado con la gorra roja de sus seguidores afirmó que asesinaría en directo a todos los demócratas que se le pusieran delante (esto ocurre cuando se alimenta el odio, la frustración y la inmoralidad).

Donald Trump puede ser el candidato del Partido Republicano aunque fuera condenado por las 34 causas presentadas contra él por la Administración de Justicia Norteamericana. Está claro que a los padres fundadores de esta nación se les escapó la circunstancia de que un presidente pudiera ser un auténtico delincuente.

Afirmaba Karl Popper que la democracia liberal es una noción declinante, pero no hasta el extremo que se identifica con un personaje abyecto como Donald Trump, el modelo de Popper se dirigía en una dirección simétricamente opuesta al modelo de Trump. Este filósofo pretendía enriquecer la democracia, no hacerla desaparecer, buscando la síntesis entre principios conservadores, democristianos y socialdemócratas.

A Donald le apoyan las iglesias evangelistas norteamericanas. Le han concedido bula por haber conseguido modificar la composición del Tribunal Supremo de Estados Unidos consiguiendo una mayoría conservadora, antiabortista, anti matrimonios homosexuales y un largo etcétera que al parecer provoca la absolución de conductas tan poco evangélicas como su procacidad sexual acostándose con actrices porno y prostitutas.

En el ámbito económico y ya desde la época de Reagan, su política preconiza disminuir los impuestos de los multimillonarios bajo la coartada de que así crearán empleo, usando múltiples procedimientos para conseguir la inmunidad fiscal o su rebaja en 15 puntos respecto al tipo real. El resultado no era el esperado, reactivar la actividad económica, el resultado consistió en ampliar el número de yates, mansiones y piscinas de los grandes multimillonarios que le financian la campaña.

En la actualidad en USA la brecha entre grandes multimillonarios y pobres (también norteamericanos, de raza blanca y protestantes) creció con Trump en un 22%. Medio millón de personas, entre las más pobres, no tienen hogar ni donde vivir. Millones de quienes viven bajo techo viven en la angustia los últimos meses, semanas, días, antes del desalojo y la calle. Casi cien millones de personas no tienen seguro social o, si tienen uno, es insuficiente.

Por todo lo anterior afirmamos que Donald Trump no quiere construir un país sino un club privado sin pobres, sin hispanos, sin negros, sin gente decente.

Entre los politólogos norteamericanos cunde la idea de que la ideología de Trump es reactiva, de oposición a otros movimientos o corrientes como los inmigrantes, grupos infrarrepresentados como las mujeres, anti-establishment, acogiendo las emociones de quienes en una sociedad estadounidense cada vez menos blanca, anglosajona, protestante y masculina está atemorizada por un mayor pluralismo cultural, religioso y racial.

Las declaraciones de Trump reflejan la nostalgia de las esencias de la América WASP (white, anglo-saxon, protestant) supuestamente perdida. Entre las esencias que Trump pretendía reivindicar nos encontramos con una oposición militante contra la globalización. Si analizamos los flujos económicos de la época Trump la deslocalización de las empresas que han privado de empleo a muchos habitantes del llamado círculo de la biblia, observamos que los que se deslocalizan son precisamente los amigos de Trump, los dueños de las multinacionales que financian sus campañas que buscan una mayor rentabilidad con las bajas retribuciones de los países emergentes.

En Europa no sería un personaje legitimado para liderar un movimiento de esas características o quizá sí por lo que estamos viendo, un putero, un personaje que ha consolidado su fortuna usando influencias políticas y optimizando la rentabilidad de los apartamentos de su padre rechazando su alquiler por judíos, negros o hispanos. En Estados Unidos, el dolor que provoca en las clases medias no poder acceder a los mejores hospitales privados, a las mejores universidades privadas, a los mejores seguros privados provoca el efecto paradójico de creer en una suerte de mesías que proclama “make america great again”.

Trump no carece de versatilidad, viendo la estética de los asaltantes al Capitolio, el propio Trump inició un discurso menos belicista y más conciliador. Siendo un pijo millonario de la ciudad de New York, difícilmente se podía sentir representado por personajes armados, barbudos que parecían recién llegados de las Rocosas, evangelistas con imágenes de la Virgen, en definitiva, una turba más parecida a la denominada “white trash” que al colectivo de sus amigos y colegas de francachelas.

Observando el panorama esperemos que no se produzca un efecto contagio. Hace unas semanas, el Partido Popular convocó a la comunidad sudamericana de derechas a un acto electoral con la pretensión de contraprogramar la presencia de Pedro Sánchez en la Cumbre Iberoamericana. En ese mitin una pastora evangélica de Madrid pidió a Dios y al Espíritu Santo que Feijoo pudiera ganar las elecciones, llaman la atención las similitudes.

Acabamos de conocer la filtración de numerosos documentos secretos del Pentágono. Entre los documentos filtrados hay uno que llama la atención, el presidente de Egipto, Abdelfatah El-Sisi, pretendía vender miles de misiles a Rusia. Egipto es el socio estratégico de Estados Unidos en el mundo árabe, podemos deducir que a la postre los que se entienden bien entre sí son los autócratas. Conviene estar atento a estas realidades en bien del futuro de la humanidad.

Jurista