omo debe hacerse en buena práctica política, el lehendakari Iñigo Urkullu convocó a los representantes de cada uno de los grupos parlamentarios para compartir con el Gobierno Vasco el modo de afrontar la crisis socioeconómica generada por la invasión de Ucrania. Pintan bastos, y el lehendakari se apunta el tanto de hacer a todos partícipes de la superación de la crisis. Pintan bastos, y la oposición aprovecha la oportunidad para arrimar el hombro y, de paso, apuntarse el tanto ante el electorado para plantear unas soluciones que sin duda serán acogidas y aplaudidas por la mayoría.
En política las ocasiones se cogen al vuelo, y fue arriesgada ocurrencia la del consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, pregonar que en las arcas de la Administración había un remanente de 1.877 millones de euros. Ese excedente de dinero no gastado, sin duda, pudo ser una prueba de gestión eficiente, pero fue también un caramelo para la oposición a la hora de plantear medidas para afrontar la crisis.
Conviene hacer notar que los representantes invitados al encuentro con el lehendakari lo hicieron con buen talante y con ánimo de diálogo leal, si se descarta al ínclito Carlos Iturgaiz, quien horas antes de visitar Ajuria Enea se había despachado con lo de "el PNV está enganchado como una garrapata a Pedro Sánchez". Un funesto sentido de la oportunidad.
Y por allá fueron desfilando, cada uno con su pliego de cargos y descargos, compitiendo en el aporte de sugerencias. Una tormenta de ideas y aportaciones que iban del más estimable sentido común al populismo utópico y que resumo en su trazo más grueso. El PP insistió en el mantra de la bajada de impuestos en un país que prioriza el gasto social. Elkarrekin Podemos propuso un pacto fiscal y de rentas que haga corresponsables de la salida de la crisis a las grandes empresas, ayudas concretas y graduales a las familias necesitadas, un acuerdo energético "de país" y un impulso a las energías renovables. EH Bildu, en la misma atención a las clases más desfavorecidas, pidió un pacto sobre el empleo y los salarios, así como una profundización en el diálogo para aportar soluciones inmediatas y abrir un debate sobre el sistema fiscal. El PSE, en su complicado papel de socio aquí y socio allá, propuso medidas complementarias a las del Gobierno Sánchez para paliar los efectos de la invasión de Ucrania.
En fin, que bueno es dialogar y bueno es aprovechar la oportunidad y por pedir, que no quede. Y es que todos, incluso el PSE, con la boca más grande o más pequeña, reclamaron que se gaste ese famoso remanente que con la que está cayendo parece un lujo asiático retenerlo. Pero llegó Azpiazu y advirtió, ojo, que de ese dinero sobrante no se puede echar mano así, por las buenas y a lo loco, sin tener en cuenta que Europa va a echar el freno al endeudamiento, que no sabemos hasta dónde se va a ahondar la crisis y que proponer medidas para paliarla no es "una carta a los Reyes Magos". Con respeto a las precauciones propias del contable, es claro que en esos encuentros se han aportado ideas aceptables para hacer frente a una crisis de la envergadura que nos ha sobrevenido. Por tanto, va a ser necesario y pertinente echar mano de esos "ahorrillos".
En fin, es señal de salud democrática la disposición a aportar soluciones que casi todos los partidos han manifestado y sólo queda esperar que esas propuestas encajen con las que el lehendakari planteó el viernes en el pleno parlamentario. Habrá que hacer un esfuerzo para llegar a acuerdos y en democracia eso significa saber ceder y lograr, al menos, compromisos intermedios.