- Fueron tan solo unos fogonazos. Destellos. Pequeños chispazos. Yanni Wetzell mostró algunos detalles de lo que puede aportar en un debut más que correcto. Centelleos. Los fuegos artificiales, eso sí, los puso una vez más Baldwin. El de New Jersey demostró una vez más que está en su mejor momento. A otro nivel. De otro planeta. Con sus 41 de valoración, fue el rey de una fiesta, de la que Wetzell pudo disfrutar y no como un convidado de piedra.

El pívot de Auckland se le vio algo perdido a la hora de defender a sus pares y en los sistemas ofensivos, pero demostró que no se arruga ante nadie. Se nota que lleva poco tiempo y necesita algún día más para conocer más a fondo los sistemas y acoplarse a los sistemas. Neven Spahija así lo dejó ver. "Se nota que era su primer partido", precisó el preparador croata, quien acabó satisfecho de su nuevo jugador. "Vale mucho. Su presencia en campo significa mucho. Pienso que lo va a hacer cada día mejor", apostilló.

De hecho, su presencia en la cancha, al disputar más de 17 minutos, demuestra que cuenta con la confianza del técnico azulgrana. Casi los mismos que Enoch y eso que se trataba de un recién llegado.

Wetzell acabó con 6 puntos y unos porcentajes del 50% en tiros de dos (3/6), además de colaborar con tres rebotes, dos en defensa y otro en ataque. No es que sea relevante, pero lo que sí lo es, es el más menos del equipo con él en la pista: +11. Positivo. Muy positivo. Esto demuestra que el Baskonia no se resintió mientras su último fichaje estaba sobre la cancha. De hecho, durante el tercer cuarto, cuando se produjo el despegue baskonista, Wetzell estuvo 6:11 en pista y con él, el cuadro gasteiztarra lograría un +9, en la estadística del más menos. Su presencia se dejó notar.

De hecho, ante el Manresa hubo más equilibrio. Los del Buesa tiraron 38 veces de dos puntos con un porcentaje del 68%, mientras que hubo menos lanzamientos triples, 34, con un notable 41% de acierto. Además, el conjunto azulgrana anotó 46 puntos en la pintura, ocho más que un rival que cuenta con interiores de la talla de Bako Sima y Moneke.

Un partido completísimo, en el que Wetzell mostró sus primeros destellos. Su primera canasta llegó tras un extraordinario movimiento de pies en la zona, que dejó a un lado a Bako para anotar gracias a un gancho. La siguiente tras entenderse a la perfección con Baldwin en el pick&roll y la última vino acompañada tras un mate estratosférico tras un regalo en forma de asistencia de un Granger que ayer mostró una versión muy mejorada. Brillo del neozelandés, al que en el debe hay que poner los dos tapones recibidos y su falta de capacidad para cerrar el rebote. El resto, perfecto. Sobre todo su entrega, algo que se pudo ver cuando puso todo su empeño por salvar un balón que se iba por la línea de fondo y lo cogió para lanzárselo a su rival, o cuando se entregaba a fondo en defensa ante pares de gran envergadura como Bako y Sima. No se acompleja ante nadie.