Hay determinadas montañas que resultan imposibles de ser holladas en una temporada tan accidentada. Menos para este Baskonia privado de la munición exterior, el músculo y los centímetros necesarios en las refriegas de máxima dificultad. El conjunto vitoriano fue avasallado a finales de octubre por el Real Madrid bajo la batuta de Ivanovic. Pues bien, menos de un mes después se repitieron los mismos síntomas de impotencia con Spahija en el banquillo. Otra noche de manifiesta inferioridad en medio de la resignación de la grada, sin estímulos a los que agarrarse en esta época de vacas flacas.

El líder de la Euroliga pasó por el Buesa Arena como una apisonadora. Con una coraza de hormigón, no dio opción alguna a un Baskonia incapaz de hacer cosquillas al gigante blanco, posiblemente el equipo más en forma a este lado del Atlántico en la actualidad. La escuadra alavesa se vio empequeñecida en todas las facetas. A la consabida inferioridad en la pintura se añadió la nula pujanza de jugadores básicos del entramado de Spahija como Granger, Baldwin o Giedraitis, cuya producción ofensiva fue raquítica.

El tren del Top 8 se le escapa poco a poco a un maratoniano azulgrana con serios problemas estructurales en relación a determinados transatlánticos del Viejo Continente. La dirección de juego sigue coja pese al refuerzo de Peters, la liviana terna de hombres altos se queda corta casi siempre al margen de las lesiones y jugadores en los que había depositadas grandes esperanzas para mantenerse en la cresta de la ola continúan rindiendo muy por debajo de lo esperado.

En definitiva, muy pocos argumentos opuso encima de la mesa un Baskonia que, pese a sus últimas victorias tras el cambio en el banquillo, no termina de dar el paso al frente soñado y no se despoja el traje de la vulgaridad. El Real Madrid demostró que se encuentra varios escalones por encima. Desde el salto inicial, el cuadro dirigido por Laso colocó un listón insoportable a nivel físico y la incertidumbre respecto a la identidad del ganador se evaporó con excesiva rapidez.

Enoch prolongó su dulce momento de forma en los albores de la velada anotando los nueve puntos iniciales del Baskonia, pero estuvo solo ante el peligro. Como cabía esperar, el pívot nacionalizado armenio quiso convertirse en una figura clave del entramado alavés para sacar a Tavares de su zona de influencia, aunque lo consiguió con cuentagotas.

Entre los exbaskonistas del forastero blanco fue Causeur el más dañino con su medicina habitual. El elegante galo explotó las penetraciones por su lado favorito, el izquierdo, para abrir un grave boquete en la defensa alavesa. Mediante jugadas calcadas que carecieron de antídoto, dejó su impronta tiñiendo de sombras el futuro azulgrana en la velada.

El Baskonia encajó a las primeras de cambio un parcial de 2-18 que le sepultó bajo tierra. Entre las pérdidas de balón, la alarmante falta de creatividad ante la granítica defensa visitante y la candidez en las inmediaciones del aro, algo que fue aprovechado por Yabusele y Poirier para campar a sus anchas, se desangró de una manera alarmante.

El partido subió de temperatura en el segundo cuarto con un rifirrafe entre Baldwin y Heurtel, el blanco de la ira del Buesa Arena con algún gesto que estuvo de más, pero ni siquiera con un clima algo más bélico en la grada se registró algo de emoción. El base francés y Rudy tomaron el relevo de Causeur como puñales del ataque merengue, que causó estragos desde la línea del 6,75. Tavares calentó banquillo durante muchos minutos ante sus problemas de faltas, pero ello no alteró el triste decorado de un choque convertido en un monólogo visitante.

El Real Madrid amasó ventajas superiores a la veintena de puntos y llegó al descanso con el partido sentenciado. Al Baskonia solo le quedó apelar al orgullo para evitar una paliza de dimensiones siderales, pero ni por esas lo consiguió. Incluso Baldwin se ganó la música de viento tras algún error de bulto.

Este parón para la celebración de las ventanas FIBA obligará durante los próximos días a una profunda reflexión. Gastado el comodín del entrenador, quizá haya llegado la hora de retocar la plantilla con el fin de variar las negras perspectivas que ofrece la temporada.