El Baskonia y concretamente Dusko Ivanovic se jugaban ayer la vida y no lo pareció en los primeros quince minutos de juego, en los que el conjunto gasteiztarra mostró la misma versión insípida y anticompetitiva de los anteriores cinco partidos, en los que terminó apaleado por sus rivales. Dusko intentó darle una vuelta de tuerca a lo visto en las últimas fechas colocando a Costello en el quinteto titular y sentando a Nnoko, buscando algo más de movilidad y amenaza desde el perímetro. La estrategia, sin embargo, no funcionó bien y tuvo que recurrir a Enoch y a Nnoko, que tampoco lograron convencer en el puesto de cinco. De hecho, el Unicaja llegó a amasar una ventaja de más de 14 puntos en el arranque del segundo cuarto, provocando los pitos de una desesperada afición baskonista.

En ese momento, cuando el agua empezaba a estar ya por encima del cuello, Dusko Ivanovic tomó una decisión radical que él mismo verbalizó después del encuentro: "Si te mueres, mueres de pie y con la gente en la que crees". Así lo hizo el montenegrino, que dejó a todos sus pívots sentados en el banquillo y apostó por un quinteto pequeño formado por Granger, Kurucs, Giedraitis, Fontecchio y Sedekerskis, que comenzó a comerle terreno al Unicaja con siete puntos consecutivos de Sedekerskis y logró que el Baskonia llegara vivo al descanso con un 36-41 impensable cuando el partido iba 21-35.

Ese mismo quinteto con Marinkovic ocupando el puesto de escolta en lugar de Kurucs fue el que utilizó Ivanovic para comenzar la segunda parte y lo mantuvo prácticamente durante todos los 20 minutos restantes, con la única aportación desde el banquillo de Costello para dar respiro a Tadas y suplir a Fontecchio tras su eliminación y unos pocos segundos de Baldwin a raíz de la quinta personal de Granger. Por lo demás, los cinco soldados de Dusko, que jugaron todos más de 28 minutos ayer, funcionaron como una máquina de relojería y dieron una muestra del estilo de juego que pretende el técnico.

La segunda parte fue una auténtica locura, una locura que provocó el Baskonia y de la que salió victorioso. Con Tadas como el jugador más alto sobre la cancha, el conjunto local se volvió mucho más vertical y agresivo en los dos lados del parqué. Consiguió ahogar al Unicaja con su asfixiante defensa, peleó cada rebote como si fuera el último y eso le dio la oportunidad de correr y anotar en transición, encontrando buenos tiros y huyendo así de sus problemas en estático, que ayudó a solventar Granger con su excepcional acierto desde el triple. El Unicaja quiso contrarrestar el vendaval con las mismas cartas, jugó muchos minutos con Abromaitis como hombre más alto y el duelo se convirtió por momentos en un festival del triple. Al final, el caos, tan habitual la pasada temporada, benefició a quienes más cómodos se encuentran en él.