Las dinámicas son fundamentales. Sobre todo, cuando el objetivo es sacar adelante un proyecto completamente renovado que, ante todo, necesita confianza. En ese proceso está el Baskonia, que ayer, después de cuatro derrotas consecutivas que auguraban poco menos que el fin del mundo, logró dar un volantazo y encaminarse hacia la vía correcta -la misma que le había hecho iniciar la Liga Endesa con dos triunfos en las dos primeras jornadas-.

Los pupilos de Dusko Ivanovic recibieron al Obradoiro en el Buesa Arena y al fin pudieron desarrollar su juego. Ese que se ensayó a lo largo de la pretemporada y en el que la velocidad y la destreza en las transiciones son esenciales. Sprints hacia delante y hacia atrás; sin pausas que permitan al rival tomarse un respiro y elaborar un plan para ralentizar el encuentro. Una idea que al conjunto vitoriano le funcionó desde el principio y ante la que el cuadro gallego ni siquiera encontró respuesta, lo que le hizo estar siempre uno o dos pasos por detrás de la escuadra baskonista.

Todo esto, obviamente, hizo que los azulgranas brillaran sobre la pista. En especial, aquellos jugadores que en los anteriores compromisos habían mostrado una apatía impropia de cualquier hombre a las órdenes del técnico montenegrino. En este sentido, Marinkovic fue una de las notas más positivas y al fin hizo gala de su principal fortaleza, que no es otra que el juego exterior. Faceta en la que, además, también mostraron un gran acierto Fontecchio y Granger, que no tuvieron piedad a la hora de castigar al equipo de Moncho Fernández desde la línea de 6,75 metros.

Sin embargo, aunque el perímetro fuera protagonista por su notable mejoría respecto al choque frente al Armani de Messina, lo cierto es que el de ayer también fue un día para los habituales de la pintura. Porque, cuando el Baskonia se vio obligado a calmar sus ofensivas vertiginosas, ahí aparecieron Nnoko y Enoch para desatascar y anotar con una efectividad abrumadora que solo pudo ser emborronada por los tiros libres del pívot camerunés. Sin olvidar, además, la labor de Costello, que también generó varias acciones prometedoras.

Asimismo, el que siempre está tampoco faltó a la cita contra el Obradoiro. Rokas Giedraitis fue quien más minutos permaneció sobre la cancha y también el mejor valorado (26) del conjunto gasteiztarra. Con 16 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias, el alero lituano volvió a demostrar que su calidad es una de las señas de identidad de la escuadra alavesa y que, si él está enchufado, la probabilidad de victoria aumenta sobremanera.

Por último, la superioridad baskonista también permitió que los menos habituales volvieran a tener sus minutos en el Buesa Arena. A raíz del control ejercido sobre los gallegos, Kurucs y Barrera, especialmente el primero, tuvieron sus opciones de anotar -aunque no lo consiguieron-.