- No hay margen de error. Ganar constituye ya una absoluta urgencia para un Baskonia que necesita enderezar cuanto antes el rumbo y atajar la sangría. Tras cuatro derrotas consecutivas y un ambiente cada vez más enrarecido respecto a las posibilidades del equipo en la presente campaña tras los ilusionantes movimientos del mercado estival, el Obradoiro debería pagar los platos rotos esta noche en el Buesa Arena.

Se necesita de una vez por todas un golpe de timón que permita al técnico y los jugadores salir del estado de depresión generalizado y ganar algo de confianza en vísperas de una semana trascendental. Porque a la vuelta de la esquina llega la primera jornada con doble jornada de la Euroliga -esperan el Panathinaikos en casa y la salida a Berlín- como preludio del desembarco del Tenerife en la cancha de Zurbano.

Es decir, se avecinan las primeras curvas de un calendario frenético que pondrá a prueba el estado físico y mental del Baskonia, ahora mismo un grupo sin confianza y en el que muchos jugadores aparecen deformados tras verse en el espejo. Dado que Fontecchio ya dejó algún fogonazo interesante en el infausto choque ante el Armani, Costello, Marinkovic o Baldwin son algunos jugadores llamados a dar un paso al frente.

El Obradoiro se perfila teóricamente como un rival idóneo con el fin de revertir la mala dinámica, aunque en este instante uno ve fantasmas por todos los lados y parece no existir ningún partido con la apariencia de asequible para los hombres de Ivanovic. El combinado gallego acumula hasta ahora las mismas victorias que los azulgranas, pero en sus dos derrotas lejos del Fontes do Sar ya fue capaz de competir de forma notable ante el Unicaja y el Real Madrid.

Moncho Fernández sigue un año más al frente de la modesta escuadra santiaguesa, que cuenta con Kassius Robertson como principal amenaza en la cuerda exterior y el gigante Laurynas Birutis bajo los tableros. El choque tendrá el aliciente de asistir al reencuentro de Steven Enoch con el equipo que le catapultó hacia la fama.