Después de casi seis meses de larga espera, el Baskonia regresa esta noche a la Euroliga. Lo hace afrontando en su estreno en la presente edición del torneo una siempre complicada visita al Olympiacos griego en un escenario en el que, como la inolvidable serie de los años ochenta, los problemas crecen para el combinado gasteiztarra. Y es que a los contratiempos con los que ya contaba el preparador balcánico se sumó ayer la baja de última hora de Wade Baldwin.

El jugador estadounidense está a punto de ser padre y por este motivo no formó parte de la expedición gasteiztarra y previsiblemente tampoco estará sobre el parqué en el compromiso de la ACB del fin de semana. Esta importante ausencia se añade a las ya esperadas de Alec Peters y Sander Raieste, que continúan con sus respectivos procesos de recuperación sin fecha prevista para su regreso.

Queda por lo tanto un plantel sensiblemente mermado para hacer frente al exigente examen que siempre supone comparecer en el pabellón de la Paz y la Amistad. Para paliar la escasez de efectivos, Ivanovic podrá contar con el recién incorporado Alex Barrera y el joven Cissoko, que se desplazaron junto al resto de azulgranas. Ambos, en cualquier caso, cuentan con muy escasas opciones de saltar a la pista y si lo hacen será para jugar un papel meramente testimonial.

Tendrá que manejarse por lo tanto el preparador baskonista con una rotación corta. Algo que, por otra parte, nunca le ha importado demasiado. De hecho, algunos de sus mayores logros han llegado con pocos efectivos a su disposición. Bastante más importante que eso será, sin duda, para Dusko, que el cuadro de Zurbano deje atrás la mala imagen ofrecida el pasado fin de semana ante el Joventut y recupere las sensaciones que le permitan al menos ser competitivos en esta jornada inicial de la Euroliga.

Porque pese a que la realidad es que el Olympiacos actual se encuentra a años luz del de la época dorada del club ateniense, no es menos cierto que continúa siendo un oponente muy duro para cualquier adversario. Tras la retirada del que ha sido su emblema en la última década -el inigualable Spanoulis-, el equipo ha dado un giro a su estilo de juego. Sin el genio griego al mando de las operaciones ha apostado por un baloncesto más físico. Con bastantes dosis de talento pero sin la más mínima concesión. Una manera de jugar que el Baskonia tendrá que equilibrar como mínimo si no desea verse desarbolado con facilidad.

Otra de las claves de la contienda será, sin duda, el dominio del juego interior. Porque sobre la pista se enfrentarán dos conceptos totalmente opuestos. Mientras que el Baskonia ha apostado este ejercicio por pívots pequeños para tratar de ganar en velocidad y movilidad incidiendo en el small ball que ya comenzó a desarrollar el curso pasado en algunas fases de los partidos, el Olympiacos ha optado por una configuración más clásica. De esta manera, dispone de un cinco dominante Moustapha Fall que con sus 218 centímetros tratará de imponer su ley en la zona.

Una batalla con armas bien diferentes que puede marcar significativamente la suerte del partido. Porque quien logre imponer su estilo de juego tendrá mucho camino recorrido para estrenar su casillero de victorias. Se trata únicamente, en cualquier caso, del primer paso de una apasionante carrera de fondo que pondrá a prueba la solidez física y mental de todos los participantes a lo largo de las treinta y cuatro apasionantes jornadas de la fase regular de la Euroliga. Una competición en la que el Baskonia deposita, una temporada más, muchas de sus ilusiones.