La vida no siempre depara segundas oportunidades, pero para Jayson Granger, que a pesar de sentirse durante tres temporadas totalmente identificado con el Baskonia y ganarse el cariño de la afición no pudo demostrar de lo que es capaz en una cancha de baloncesto por culpa de las lesiones, el destino no podía deparar otra cosa que no fuera un reencuentro con el club azulgrana. Tras una campaña en el ALBA Berlín, en la que dejó atrás su tormentosa lesión en el tendón de Aquiles y logró recuperar su mejor versión, el base uruguayo ha regresado a Vitoria-Gasteiz y, como si nunca se hubiera marchado de la ciudad, se ha ganado el respeto del vestuario y la capitanía en tiempo récord. Sin embargo, no ha venido para eso, sino para demostrar que puede ser una pieza importante para el club sobre el parqué.

¿Qué tal marcha la pretemporada hasta el momento?

-Está siendo dura, sin apenas descanso, pero lo que toca ahora es una carga importante de trabajo. Parece que hay tiempo de sobra, pero la temporada comienza en nada, por lo que hay que meterle caña y conseguir que todas las piezas nuevas encajen.

¿Son más duras las pretemporadas con Dusko o con Aíto García Reneses?

-Ya sabe la respuesta (risas). Son dos entrenadores con dos filosofías totalmente diferentes, pero dos entrenadores ganadores al fin y al cabo, ambos han triunfado entrenando a su manera. Tanto Dusko como Aíto son grandísimos técnicos y muy buenas personas.

¿Qué le ha aportado jugar una temporada a las órdenes de Aíto?

-Siempre que me hacen esta pregunta respondo que él es un maestro. Yo fui a Berlín con 30 años y mucha experiencia, pero no se imagina todo lo que aprendí en esa campaña con él, fue algo espectacular. Cada día de entrenamiento con él era especial, siempre sacaba alguna perlita y eso luego se veía reflejado a la hora de competir. Necesitaba un sitio donde recuperar la confianza después de los tres años que pasé en Vitoria, ALBA y Aíto me abrieron la puerta y la verdad es que tuve una temporada bastante regular, fui de menos a más y acabé muy bien. Después, surgió la oportunidad de volver a casa y vengo con esa misma confianza que tenía en el ALBA para demostrar que puedo ser un gran base para este equipo.

¿Llegó a pensar en algún momento durante su mala racha con las lesiones que no volvería a recuperar su mejor nivel?

-Era consciente de las dificultades, pero siempre pensé que ese túnel oscuro se iba a acabar algún día. Las horas y el sacrificio los puse desde el primer instante de la recuperación y sabía que en algún momento iba a terminar. Yo hice todo lo posible dentro de lo que podía controlar, lo que salía de mi mano era ya cuestión de suerte. Cuando pude jugar la burbuja de Valencia con el Baskonia, en la que no estaba ni al 50%, y vi que era capaz de correr y andar sin dolor fue para mí como ganar una medalla. Desde entonces, fui construyendo, perdiendo el miedo y sobre todo recuperando la confianza, que es lo que hice en Berlín

Tras una gran temporada en Alemania, llega el verano y recibe la llamada del Baskonia. ¿Qué pensó en ese momento?

-No entraba para nada en mis planes, nunca pensé que me iba a llegar esa llamada. Tenía ofertas interesantes de otros equipos de la Euroliga, y cuando mi agente me dijo el nombre del Baskonia fue algo chocante, pero dije: ¿por qué no? Al fin y al cabo, fueron tres años en los que fuera de la pista estuve muy a gusto, es una ciudad que tanto a mí como a mi mujer y a mis hijos nos encanta. Estamos cerca de Madrid, competimos en la ACB que es la mejor liga de Europa y por qué no quitarme esa espina de poder hacerlo bien en un gran equipo de Euroliga como el Baskonia. No fue una decisión nada difícil y aquí estamos para intentar levantar un trofeo.

¿Cómo se le ha recibido en su regreso a Vitoria?

-Sorprendentemente muy bien. Me han escrito muchos mensajes y ha sido un recibimiento muy caluroso. Quieras o no, estuvo aquí durante tres años en los que viví muchas alegrías, muchas penas e hice muchos amigos. Considero Vitoria mi casa, es el sitio en el que más tiempo he pasado.

¿Ha cambiado su rutina respecto a su primera etapa?

-Hombre, cuando llegué no tenía hijos y ahora tengo dos, así que algo sí que ha cambiado (risas). En cuanto a lo demás, la vida deportiva sigue siendo parecida, centrándome en dar el máximo y aprovechando los pocos ratos libres que tenemos para disfrutar de la familia.

¿Cómo se está encontrando en lo que va de pretemporada?

-La verdad es que muy bien, estoy muy contento de haber vuelto al Baskonia porque quiero quitarme esa espina clavada que tengo de mi primera etapa aquí. Con los compañeros de equipo me estoy encontrando a gusto y también estoy feliz con el rol que tengo en la plantilla, por lo que de momento no podrían ir mejor las cosas.

¿Qué necesitaría para quitarse esa espina de la que habla?

-Obviamente, a mí lo que más me importa es el resultado del equipo. Me gustaría que el Baskonia pudiera cumplir todos sus objetivos: meterse en el play off de la Euroliga y ser capaces de levantar algún título, sea la liga o sea la Copa del Rey. Después viene el plano individual. Cuando llegué a Vitoria en mi primera etapa lo hice con un papel importante, creo que los primeros meses rendí bien, pero el equipo no funcionó y luego vino mi calvario. De todas formas, creo que los últimos tres años he madurado mucho viéndolo todo desde fuera, al final al ver tanto baloncesto algo se te pega. Vengo con la idea de ayudar al equipo a cumplir sus objetivos y ser uno de los referentes tanto dentro como fuera de la cancha, si lo consigo me quitaré esa espina.

De momento ya se ha convertido en uno de los referentes al ser nombrado capitán. ¿Cómo lo lleva?

-Ser capitán de un equipo con tanta importancia tanto en España como en Europa es un orgullo bárbaro y una responsabilidad enorme que asumo con muchas ganas. Creo que estoy preparado, conozco el club, la filosofía del entrenador y vengo con esa mentalidad de ganar y ayudar a mis compañeros a ser mejores cada día.

¿Cómo se transmite ese carácter Baskonia a los nuevos jugadores que llegan?

-Se asemeja mucho a la famosa garra charrúa, que yo llevo más o menos dentro. Eso se contagia en los entrenamientos, en los partidos fuera de casa y en los choques en el Buesa, cuando está el pabellón a reventar, pero sobre todo es el resultado de competir, de nunca rendirse y pelear hasta el final, sea cual sea el marcador. Hay que vestir esta camiseta con mucho orgullo.

¿El liderazgo es algo que llevan en la sangre los uruguayos?

-Nosotros somos pocos, pero peleones. Es un país pequeño, caracterizado por grandes nombres de jugadores de fútbol. Siempre hemos sabido pelear porque no es un país como Brasil o Argentina en el que son muchos millones y lo tienen más fácil. Es algo que se lleva dentro y estoy contento de estar en un sitio en el que puedo sacar esa garra.

¿Qué sensaciones le está transmitiendo el equipo?

-Hasta el momento muy positivas. Es un plantel totalmente renovado, con siete caras nuevas que no conocían el sistema de juego de Dusko, agresivo defensivamente y que requiere correr mucho la cancha. Es verdad que hay que engrasar la máquina y por ello cada día de entrenamiento es importante para corregir los errores que tengamos en los partidos. Son esos pequeños detalles los que van a permitirnos estar luchando por cosas importantes.

¿Se encuentra cómodo en ese sistema tan físico y vertical de Ivanovic o le gusta tener algo más de calma y manejar el partido?

-Yo me encuentro cómodo tanto con este estilo de juego como con otros diferentes. Con el paso de los años he ido madurando y mejorando bastante mi capacidad para adaptarme a distintas ideas y momentos del partido. Wade (Baldwin) y yo nos complementamos bien tanto a la hora de jugar en transición como en estático y creo que el de Dusko es un estilo de juego que se adapta perfectamente a lo que a mí me gusta.

Hablando ahora como capitán, ¿ve a los jóvenes como Hanzlik, Savkov y Cissoko con opciones de hacerse un hueco en el primer equipo en el futuro?

-Absolutamente. Creo que son jugadores con muchísimo talento y muchísima hambre, que no se cortan un pelo. Yo cuando con 17 o 18 años subía al primer equipo estaba con miedo y ellos tienen esa mentalidad asesina de querer quedarse. El futuro depende de cada uno de ellos, talento y margen de progresión tienen de sobra y hacer la pretemporada con el primer equipo va a ser un paso importante en su carrera.

Por último y aprovechando que pronto va a regresar la afición al Buesa Arena, ¿tiene algún mensaje para el baskonismo?

-La verdad es que he estado en muchos sitios y no he visto aficionados tan fieles y leales como los de Vitoria. Esperemos que este año la gente que pueda venir al Buesa se lo pase bien con nosotros y podamos darle muchas alegrías.

“Estoy preparado para ser el capitán del Baskonia, conozco el club y vengo con mentalidad ganadora”

“Las horas y el sacrificio los puse desde el principio de mi recuperación, lo demás no lo podía controlar yo”