ilwaukee era vista en la NBA como una franquicia maldita, radicada en un mercado pequeño y sin aspiraciones desde hace 50 años cuando los Bucks lograron su único título de la NBA. Eran los tiempos de Oscar Robertson y de Lew Alcindor, luego llamado Kareem-Abdul Jabbar, de cuyas hazañas apenas tendrán recuerdo muchos de los actuales seguidores del equipo del estado de Wisconsin, que se reunieron en cifra de 65.000 en las afueras del pabellón para el sexto partido. Pero hace ocho años llegó a Milwaukee un jugador griego de ascendencia nigeriana, descubierto por el CAI Zaragoza y de nombre impronunciable con el que los Bucks querían cambiar ese destino que les negaba otra final de la NBA desde 1974. Giannis Antetokounmpo lo logró ayer como lo hicieron las más grandes leyendas de la mejor liga del mundo.

50 años después, el jugador ateniense anotó 50 puntos en el sexto partido para cerrar la final ante los Phoenix Suns (105-98), desarmados y sin respuestas ante el dominio físico y la presencia por todas partes de Antetokounmpo, que a esa cifra anotadora añadió 14 rebotes y 5 tapones en un partido memorable. De nuevo, los de Arizona mantuvieron la pelea viva hasta los minutos finales donde, una vez más, los Bucks impusieron su defensa para provocar la cuarta derrota consecutiva del equipo que había empezado mandando en la final.

Ellos, por muy buenos que sean Chris Paul y Devin Booker, no tenían a Antetokounmpo, ese chaval que hace poco más de una década sobrevivía en el duro barrio de Sepolia de la venta ambulante, ese jugador al que muchos aconsejaban que cambiara de equipo si quería ganar el anillo. Pero Anteto se mantuvo fiel y renovó por cinco años el verano pasado para agradecer la confianza de la franquicia que apostó por él. “Esto debería hacer que cada persona, cada niño y todos alrededor del mundo crean en sus sueños”, proclamó el MVP de la final, que continuó con un discurso en cierta forma reivindicativo de una manera de hacer las cosas que choca con la acumulación de estrellas que se lleva en la NBA actual: “No dejes que nadie te diga lo que puedes o no puedes hacer. La gente decía que no podía anotar los libres, esta noche los metí (17 de 19) y soy un maldito campeón. Los anoté cuando se supone que debía. No podía marcharme sin acabar el trabajo”.

Lógicamente, nadie gana solo y Mike Budenholzer, también cuestionado en el banquillo tras las prematuras eliminaciones de años anteriores, ha logrado rodear perfectamente a la estrella griega, que es de lo que se trata. Khris Middleton, jugador que penó en sus primeros años en la NBA, y Jrue Holiday, infravalorado casi siempre, han acabado formando con Antetokounmpo un Big Three con menos glamour que otros en la liga, pero que ha acabado siendo muy efectivo y campeón tras una final en la que nadie había sido campeón antes. Giannis Antetokounmpo, dos veces mejor jugador de la temporada regular, ya tiene su anillo. Milwaukee y los Bucks vuelven a ser ganadores. Han sido 50 puntos 50 años después.