El Baskonia 2021-22 será un equipo con novedades en todos los puestos, entre ellas un juego interior que en líneas generales no ha ofrecido el rendimiento esperado con varios jugadores lejos de las expectativas iniciales. Dusko Ivanovic se ha sentido más cómodo en muchos momentos de los partidos con dos cuatros en pista y Polonara desplazado al cuatroscinco, algo que ha redundado en una mayor movilidad y dinamismo pero por contra también ha motivado una evidente pérdida de poderío físico.

Tonye Jekiri, cuya lesión de rodilla en Miribilla llegó en el peor momento posible de la temporada, ha sido el único pívot de absoluta confianza del preparador montenegrino, mientras dos jugadores de un perfil similar como Youssoupha Fall e Ilimane Diop se han convertido en unos escuderos intrascendentes e incapaces de brindar respuestas.

La primera piedra para mejorar las prestaciones de esta demarcación ya se ha colocado con el fichaje, todavía no oficial, de Matt Costello. El ex del Gran Canaria, con una cláusula de rescisión que no supera los 70.000 euros y de momento sin un pasaporte bajo el brazo que daría más fuste a su incorporación, aterrizará en Vitoria para alternar los puestos de cuatro y cinco. Un jugador que, tras lo visto en las Islas, puede encajar como anillo en el dedo en la propuesta baloncestística de Ivanovic, cada vez más reacio a alinear a pívots carentes de movilidad y amenaza exterior o que no sean capaces de salir a lo alto de la bombilla a defender el pick and roll del rival.

A la espera de la respuesta de Polonara a la oferta de renovación azulgrana y teniendo en cuenta la versatilidad de Sedekerskis -el lituano, eso sí, deberá hacer progresos en el tiro exterior para consolidarse como un cuatro del más alto nivel-, el Baskonia dispone ahora mismo de una superpoblación de hombres altos que obligará a realizar sacrificios. Todos no entran y, por tanto, tocará encajar las piezas de un puzle en el que se atisba un eslabón muy débil en estos instantes. Se trata de Youssoupha Fall, un gigante que tras dos ejercicios de militancia azulgrana se halla ante un futuro de lo más incierto cuando tan solo le resta por cumplir el último de los cuatro años que firmó en su día.

Aquel jugador de unas proporciones descomunales reclutado en el verano de 2018 procedente del Le Mans como una ambiciosa apuesta de futuro -en su primer año fue cedido al Estrasburgo de Vincent Collet- y predestinado a ser un foco de negocio ha sido incapaz de postularse como un interior de altos vuelos. Sus 221 centímetros han bastado en contadas ocasiones para marcar la diferencia en la pintura. Sus reseñables progresos en el tiro libre no ocultan otras graves carencias en determinados aspectos del juego y la continuidad de Ivanovic, un técnico con el que tiene un difícil encaje por sus características, no tiene visos de mejorar la situación en el futuro dado el escaso feeling que se aprecia entre ambos.

Teniendo en cuenta que Jekiri es un fijo en el próximo proyecto pese a la cláusula de corte existente en su contrato y que Diop también parece inamovible dada su condición de cupo, todos los dedos apuntan a Fall como la pieza a sacrificar. El escenario de una gran oferta por parte de un tercer club se antoja inviable en este instante, aunque no cabe duda de que, por sus especiales características, Fall es un interior con el suficiente mercado como para encontrar acomodo en otro lugar sin excesivos problemas.

Eso sí, existe un obstáculo importante que podría dificultar el divorcio. Y ese no es otro que los elevados emolumentos a percibir por el techo nacido hace 26 años en Dakar. En su cuarto y último año de contrato como integrante baskonista, su salario crece de forma considerable y pocos equipos estarán en condiciones de hacer frente a él.

Además de Fall, Peters es otro de los hombres altos que se encuentra nominado para abandonar el equipo. Su etiqueta de extracomunitario y su importante sueldo también juegan en contra de la continuidad en el Buesa Arena del cuatro estadounidense, también con una cláusula para ser cortado este verano.

Sus emolumentos crecen de forma notable en su último año de contrato y una posible rescisión no se presenta para nada sencilla